Rosa y el fútbol mágico
Había una vez una Dragona llamada Rosa que vivía en un hermoso castillo en lo alto de las montañas.
A diferencia de los demás dragones, Rosa no era feroz ni amenazante, sino que era amable y cariñosa con todos a su alrededor. Un día, mientras Rosa volaba sobre el océano, vio a un grupo de niños jugando al fútbol en la playa. Se acercó para observar y quedó fascinada por el juego.
Los niños parecían tan felices corriendo detrás de la pelota y trabajando juntos como un equipo. Rosa decidió que quería aprender a jugar al fútbol también.
Viviendo en el castillo solitario, no tenía muchos amigos con quienes jugar, pero estaba decidida a encontrar una manera de hacerlo. Así que volvió volando a su castillo y comenzó a practicar sola. Mientras tanto, en un lejano reino había un príncipe llamado Lucas quien también adoraba el fútbol.
Pasaba horas entrenando con sus amigos y soñaba con convertirse en el mejor jugador del mundo algún día. Un día, mientras Lucas caminaba por la playa cerca del castillo donde vivía Rosa, vio algo brillante entre las rocas. Era una rosa mágica que emitía destellos dorados.
Sin dudarlo, tomó la rosa y se dio cuenta de inmediato de su poder especial: podía hablar con los animales. Lucas decidió llevarse la rosa mágica al palacio y mostrarla a su padre, el rey.
Pero cuando llegaron al palacio, se encontraron con noticias tristes: el rey estaba enfermo y necesitaba un remedio especial que solo se encontraba en las profundidades del océano.
Lucas sabía que tenía que ayudar a su padre, así que decidió buscar la ayuda de Rosa. Usando la rosa mágica, pudo comunicarse con ella y contarle sobre la situación urgente. Rosa no dudó en ayudar al príncipe Lucas y juntos emprendieron un emocionante viaje hacia el océano.
Durante su travesía, Rosa le enseñó a Lucas todo lo que había aprendido sobre el fútbol y cómo trabajar en equipo. Finalmente, llegaron al fondo del océano donde encontraron una planta especial con propiedades curativas para el rey.
Lucas recolectó las hojas mientras Rosa protegía la entrada de cualquier peligro marino. De vuelta en el palacio, Lucas entregó las hojas curativas al médico real quien rápidamente preparó un remedio para el rey.
Poco tiempo después, gracias a la valentía de Lucas y la ayuda de Rosa, el rey se recuperó por completo.
El rey estaba tan agradecido por lo ocurrido que nombró a Rosa como protectora oficial del reino y le construyeron un hermoso estadio de fútbol donde los niños podían jugar siempre que quisieran. Desde ese día en adelante, todos los niños del reino disfrutaban jugando al fútbol junto a Rosa. Aprendieron muchas lecciones importantes: trabajar en equipo, ser amables con los demás e incluso cómo enfrentar sus miedos más grandes.
Y así fue como una Dragona llamada Rosa cambió su vida para siempre gracias al poder del deporte y la amistad.
FIN.