Rosa y el héroe del supermercado
Había una vez una niña llamada Rosa, a quien le encantaba ayudar en casa y aprender cosas nuevas. Un día, su mamá le pidió que la acompañara al supermercado para hacer las compras semanales.
Rosa estaba emocionada por la idea de ir al supermercado. Se imaginaba recorriendo los pasillos llenos de colores y sabores, eligiendo frutas frescas y verduras crujientes. Así que se preparó rápidamente y partió junto a su mamá rumbo al mercado.
Al llegar, Rosa se sorprendió por la cantidad de productos que veía. Había tantas opciones diferentes que no sabía por dónde empezar. Su mamá le dio un carrito y juntas comenzaron a recorrer los pasillos.
"Mamá, ¿qué necesitamos comprar primero?", preguntó Rosa curiosa. "Primero vamos por las frutas y verduras", respondió su mamá sonriente. Rosa se dedicó entonces a elegir cuidadosamente cada fruta y verdura, asegurándose de que estuvieran en buen estado y bien maduros.
A medida que avanzaban, iba aprendiendo sobre los diferentes tipos de alimentos y sus beneficios para la salud. "¿Sabías que las zanahorias son buenas para la vista?", comentó su mamá mientras seleccionaban unas bien naranjas.
"¡No lo sabía! ¡Qué interesante!", exclamó Rosa emocionada. Continuaron su recorrido por el supermercado, pasando por los lácteos, las carnes, los cereales y muchas otras secciones. En cada lugar, Rosa iba descubriendo algo nuevo y fascinante.
De repente, mientras estaban cerca de la caja registradora, escucharon un ruido extraño. Todos comenzaron a mirar hacia arriba y vieron cómo una caja con latas estaba a punto de caerse sobre un señor mayor que estaba distraído buscando algo en el estante cercano.
Sin pensarlo dos veces, Rosa corrió hacia el hombre mayor e impulsándolo hacia un lado justo a tiempo antes de que las latas cayeran al suelo con estrépito. El hombre quedó sorprendido pero ileso gracias a la rápida acción de Rosa.
"¡Muchas gracias joven! ¡Eres todo un héroe!", exclamó el hombre muy agradecido. "De nada señor, solo hice lo correcto", respondió modestamente Rosa con una sonrisa en su rostro. La gente que presenció todo aplaudió emocionada ante la valentía demostrada por la pequeña Rosa.
Incluso el gerente del supermercado se acercó para felicitarla y ofrecerle un pequeño obsequio como reconocimiento por su acto heroico. Rosa volvió a casa feliz y orgullosa de sí misma.
Aquel día aprendió no solo sobre compras en el supermercado sino también sobre solidaridad y valentía. Y desde entonces supo que siempre estaría lista para ayudar cuando alguien lo necesitara.
FIN.