Rosita, la Ranita Princesa



Había una vez en un hermoso estanque, una ranita llamada Rosita. Rosita era muy presumida y siempre llevaba una bonita flor blanca en la cabeza que le daba un aire elegante y distinguido.

A pesar de ser solo una ranita, ella soñaba con ser princesa y vivir en un castillo rodeado de lujos y comodidades.

Un día, mientras saltaba de nenufar en nenufar luciendo su flor blanca, escuchó a lo lejos el croar de un príncipe que pasaba por allí. Emocionada, se acercó rápidamente para conocerlo. El príncipe se llamaba Mateo y quedó maravillado por la belleza y encanto de Rosita. "¡Hola! Soy Rosita, la ranita más bonita del estanque.

¿Y tú quién eres?" -dijo Rosita con orgullo. "Hola, soy Mateo. Encantado de conocerte, Rosita" -respondió el príncipe con amabilidad. Rosita estaba emocionada al ver a Mateo tan guapo y educado.

En ese momento, decidió que él sería su boleto para convertirse en princesa y cumplir su sueño dorado. Conversaron durante horas sobre sus vidas e inquietudes. Mateo contó historias sobre palacios encantados y bailes reales, mientras que Rosita imaginaba cada detalle como si ya fuera parte de ese mundo mágico.

Pasaron los días y la amistad entre Rosita y Mateo crecía cada vez más fuerte.

Sin embargo, algo inesperado sucedió: un malvado hechicero lanzó un maleficio sobre el estanque que hizo desaparecer todos los nenufares dejando a las ranas sin hogar. Rosita se sintió triste al ver su hogar destrozado pero recordó las historias de valentía del príncipe Mateo e inspirada por ellas decidió actuar.

"Mateo, debemos buscar al hechicero y pedirle que deshaga este maleficio antes de que sea demasiado tarde" -dijo determinada Rosita. Juntos emprendieron un viaje lleno de peligros enfrentando criaturas mágicas y superando obstáculos hasta llegar al castillo del hechicero.

Con astucia e inteligencia lograron convencerlo para revertir el maleficio salvando así el estanque y a todas las criaturas que habitaban en él. El estanque volvió a florecer más hermoso que nunca gracias al valor demostrado por Rosita y Mateo.

La noticia corrió rápido por todo el reino llegando a oídos del rey quien quiso premiar la valentía de la pequeña ranita.

"Por tu coraje y determinación en salvar nuestro hogar, te nombro princesa honoraria del reino" -dijo el rey emocionado ante la nobleza de corazón demostrada por RositRositaa no podía creerlo: ¡había alcanzado su sueño! Ahora era una princesa respetada por todos gracias a sus acciones nobles junto a su fiel amigo Mateo quien seguía siendo parte importante en su vida como consejero real.

Desde entonces, Rositaa aprendió que no es necesario llevar una corona para ser princesa; basta con tener un corazón valiente lleno amor hacia los demás. Y colorín colorado este cuento ha terminadol

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!