Rosita y el lobo compasivo



Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de bosques, una niña llamada Rosita. A diferencia de la Caperucita roja tradicional, Rosita era valiente, curiosa e independiente.

Vivía con su abuela en una acogedora cabaña al borde del bosque, y todos los días salía a explorar y jugar entre los árboles. Un día, la mamá de Rosita le pidió que llevara unas galletas a su abuela, que vivía al otro lado del bosque.

A diferencia del cuento clásico, en esta historia la mamá de Rosita no le advirtió sobre el lobo feroz, sino que confiaba plenamente en la valentía de su hija. Rosita tomó la cesta con las galletas y se adentró en el bosque cantando alegremente.

De repente, escuchó un ruido detrás de unos arbustos y vio a un lobo joven y flacucho. - ¡Hola! ¿Quién eres tú? -preguntó Rosita sin temor.

El lobo se sorprendió por la actitud despreocupada de la niña y respondió tímidamente:- Soy Lucas, ¿y tú? - Soy Rosita. ¿Por qué pareces tan triste, Lucas? El lobo suspiró y explicó que no sabía cazar adecuadamente y siempre tenía hambre. Rosita sintió compasión por él y decidió ayudarlo.

- Ven conmigo, te enseñaré a buscar frutas y nueces para que nunca más tengas hambre -dijo bondadosamente. Así comenzó una inesperada amistad entre Rosita y Lucas.

Mientras recogían frutos silvestres por el bosque, escucharon un rugido proveniente de un lugar cercano. - Eso suena como mi abuelita... ¡Debemos ir rápido! -exclamó preocupada Rosita. Corrieron juntos hacia la cabaña de la abuelita y encontraron al lobo feroz parado frente a ella.

Pero para sorpresa de todos, el lobo no mostraba intenciones malvadas; solo estaba perdido y buscaba algo de comer desesperadamente. Rosita se acercó al lobo feroz con valentía y le ofreció parte de las galletas que llevaba en su cesta.

El lobo aceptó el gesto amablemente e incluso compartieron una merienda improvisada junto a la abuelita. Desde ese día en adelante, Lucas el lobo visitaba regularmente a Rosita y su abuela para disfrutar juntos de buenos momentos en el bosque.

La gente del pueblo quedaba asombrada por esta inusual amistad entre una niña intrépida y un lobo antes temido por todos.

La historia de cómo Rosita desafió las expectativas convencionales inspiró a muchos niños del pueblo a ser amables con aquellos que son diferentes o están necesitados. Y así demostraron que incluso los cuentos más conocidos pueden tener finales inesperados cuando se trata de amor, comprensión y valentía.

FIN.

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