Rosita y el lobo de Villa Feliz


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Feliz, una niña llamada Rosita. Era inteligente, curiosa y siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás.

Un día, su abuelita le pidió que le llevara una canasta con comida a su amiga Doña Lola, quien vivía al otro lado del bosque. - Rosita, querida, por favor lleva esta canasta con comida a casa de Doña Lola.

Ella ha estado enferma y necesita algo rico para comer - dijo la abuelita. Rosita asintió emocionada y se despidió de su abuelita con un beso. Tomó la canasta y comenzó a caminar hacia el bosque.

Mientras tanto, en lo profundo del bosque se encontraba Don Lobo, un lobo astuto que siempre buscaba oportunidades para hacer travesuras. Don Lobo había escuchado sobre la entrega de comida y tenía un plan malvado en mente.

Se adelantó por el camino más corto hasta llegar a la casa de Doña Lola antes que Rosita. - ¡Hola Doña Lola! Soy Rosita y vengo con una canasta llena de deliciosos alimentos - anunció Don Lobo disfrazado como Rosita.

Doña Lola estaba débil debido a su enfermedad y no podía distinguir entre los dos personajes. - ¡Oh! Gracias por venir tan rápido querida Rosita. Por favor, deja la canasta en la mesa - respondió Doña Lola sin sospechar nada extraño.

Don Lobo dejó rápidamente la canasta en la mesa mientras sonreía maliciosamente bajo su disfraz. Después de eso, salió corriendo hacia el camino para interceptar a la verdadera Rosita. Mientras tanto, Rosita estaba disfrutando de su caminata por el bosque. Cantaba alegremente y recogía flores silvestres para su abuelita.

De repente, se encontró con Don Lobo en el camino. - ¡Hola Rosita! ¿A dónde vas tan apurada? - preguntó Don Lobo tratando de disimular su intención malvada. - Hola Don Lobo.

Voy a llevarle comida a Doña Lola, ella está enferma y necesita algo rico para comer - respondió Rosita inocentemente. Don Lobo fingió preocupación y dijo:- Oh, qué amable de tu parte, Rosita. Pero sabes que el camino es muy largo y peligroso.

Te propongo un trato: yo llevo la canasta hasta Doña Lola mientras tú recolectas más flores para tu abuelita. Así podrás hacer dos cosas al mismo tiempo. Rosita pensó que era una buena idea y aceptó sin sospechar nada extraño.

Le dio la canasta a Don Lobo y continuó reagarrando flores felices de poder ayudar aún más a su abuelita. Mientras tanto, Don Lobo llegó nuevamente a casa de Doña Lola disfrazado como Rosita.

- ¡Aquí estoy con más comida deliciosa! - exclamó triunfalmente mientras dejaba la canasta en la mesa junto a las otras ya entregadas. Doña Lola estaba tan débil que no notaba ninguna diferencia entre los personajes disfrazados.

Agradecida, le pidió que se quedara un rato para charlar antes de irse. Mientras tanto, Rosita regresaba a casa de su abuelita con un hermoso ramo de flores. Al llegar, notó que la puerta estaba abierta y entró preocupada.

- ¡Abuelita! ¿Estás bien? - preguntó Rosita mientras buscaba a su abuelita por toda la casa. De repente, escuchó una voz conocida proveniente del dormitorio. Era Doña Lola, quien había descubierto el engaño de Don Lobo y había logrado atraparlo antes de que hiciera daño a nadie.

- Rosita, querida, estoy bien gracias a Doña Lola. Ella me salvó de las garras del malvado Don Lobo - dijo la abuelita emocionada. Rosita corrió al dormitorio y vio cómo Doña Lola sostenía firmemente a Don Lobo disfrazado.

- Gracias, Doña Lola. No sé qué habría pasado si no hubieras estado aquí para proteger a mi abuelita - dijo Rosita con gratitud en sus ojos.

Doña Lola sonrió y respondió:- Siempre debemos estar alerta y cuidarnos unos a otros en este mundo moderno, Rosita. Y recuerda: no siempre lo que parece bueno lo es realmente. Confía en tu intuición y nunca te rindas ante los desafíos.

Desde ese día, Rosita aprendió una valiosa lección sobre la importancia de ser cauteloso y confiar en sí mismo. Continuaron siendo buenos amigos con Doña Lola y juntas se aseguraron de que Villa Feliz estuviera siempre protegida contra cualquier amenaza que pudiera surgir nuevamente.

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