Rosita y la lección de la lluvia
Había una vez, en un hermoso jardín, una catarina roja llamada Rosita. Rosita era muy curiosa y le encantaba explorar cada rincón del jardín en el que vivía.
Un día, mientras jugaba bajo los rayos del sol, comenzó a sentir gotas de agua caer sobre su pequeño cuerpo. - ¡Ay! ¡Qué está pasando! -exclamó Rosita sorprendida al sentir la lluvia.
Las gotas de lluvia caían con fuerza sobre el jardín, mojando las hojas verdes y las flores de colores brillantes. Rosita buscó refugio bajo una hoja grande para protegerse, pero aún así seguía sintiendo frío y miedo por la tormenta que se desataba. - ¿Qué hago ahora? -pensaba angustiada la catarina roja.
De repente, escuchó una vocecita suave que le dijo:- Tranquila, amiguita catarina. No tengas miedo, la lluvia es solo una muestra del cariño que nos da la naturaleza.
Rosita levantó la cabeza y vio a Doña Mariquita, una anciana mariquita sabia y amorosa que siempre cuidaba de los insectos del jardín. - ¿De verdad no debo tener miedo? -preguntó Rosita con temor. - Así es querida. La lluvia es necesaria para regar las plantas, limpiar el aire y nutrir la tierra.
Es parte del ciclo de vida en el jardín -explicó Doña Mariquita con dulzura. Rosita reflexionó sobre las palabras de Doña Mariquita y poco a poco fue sintiéndose más tranquila.
Observaba cómo las gotas de agua bailaban al caer del cielo y cómo las plantas recibían con alegría ese regalo del cielo. - ¡Es cierto! La lluvia es maravillosa -exclamó Rosita emocionada al comprender el valor de aquel fenómeno natural.
Desde ese día, cada vez que llovía en el jardín, Rosita salía valientemente a disfrutarla sin miedo alguno. Aprendió a apreciar la belleza de cada estación y a entender que todo en la naturaleza tiene un propósito importante.
Con el tiempo, Rosita se convirtió en una catarina valiente e inspiradora para todos los habitantes del jardín. Su historia se volvió leyenda y su coraje enseñanza para generaciones futuras de insectos curiosos como ella.
Y colorín colorado este cuento ha terminado, pero recuerda: nunca temas a la lluvia porque también trae consigo bendiciones disfrazadas de gotitas brillantes.
FIN.