Rosita y su propósito floreciente



Había una vez en un hermoso jardín, un grupo de flores que esperaban ansiosas la llegada de la primavera. Habían pasado todo el invierno bajo tierra, descansando y acumulando energías para cuando llegara su momento de florecer.

Entre ellas se encontraba Rosita, una pequeña margarita muy curiosa y aventurera. Desde que era una semilla, soñaba con poder ver el mundo exterior y conocer a otros seres vivos.

Pero como todavía no había llegado la primavera, tenía que esperar pacientemente. Un día, mientras Rosita miraba hacia el cielo azul preguntándose cuándo llegaría su momento, escuchó un ruido extraño proveniente del árbol más cercano. Era Chirriquito, un pajarito muy parlanchín que estaba construyendo su nido.

"¡Hola Rosita! ¿Cómo estás hoy?", trinó Chirriquito desde las alturas. "¡Hola Chirriquito! Estoy bien, pero estoy impaciente por salir y ver el mundo exterior", respondió Rosita con entusiasmo.

Chirriquito bajó volando hasta donde se encontraba Rosita y le dijo: "No te preocupes, amiguita margarita. Pronto llegará la primavera y podrás cumplir tu sueño". Rosita sonrió emocionada al oír esas palabras llenas de esperanza. Sabía que debía tener paciencia y confiar en que pronto llegaría su momento.

Los días pasaron lentamente, pero finalmente llegó la tan esperada primavera. El sol brillaba con fuerza sobre el jardín y los árboles comenzaron a llenarse de hojas verdes y frondosas. Los animales salían de sus madrigueras y los pájaros cantaban alegremente.

Rosita, emocionada, salió finalmente de la tierra y se encontró rodeada de un mundo lleno de colores y vida.

Las mariposas revoloteaban a su alrededor, los abejorros zumbaban mientras buscaban néctar y las mariquitas trepaban por los tallos de las flores. "¡Oh, qué hermoso es todo esto!", exclamó Rosita maravillada. De repente, escuchó un llanto proveniente del césped. Se acercó con curiosidad y descubrió a una pequeña lombriz que estaba atrapada en un charco.

Sin dudarlo, Rosita extendió uno de sus pétalos y ayudó a la lombriz a subir. "Gracias por salvarme", dijo la lombriz entre sollozos. "De nada", respondió Rosita amablemente. "Estoy feliz de poder ayudarte".

La lombriz sonrió y le dijo: "Sabes, Rosita, cada uno de nosotros tiene un propósito en este mundo. Tú has traído belleza al jardín con tus flores y ahora también has demostrado tener un gran corazón". Rosita se sintió orgullosa al escuchar esas palabras.

A partir de ese día, decidió que su misión sería no solo embellecer el jardín con sus flores, sino también ayudar a todos aquellos seres vivos que necesitaran una mano amiga.

Y así fue como Rosita, la pequeña margarita aventurera, vivió muchas otras historias increíbles en el jardín. Siempre recordó que la primavera no solo era una estación de flores y crecimiento, sino también de amor y solidaridad entre todos los seres vivos.

Desde entonces, cada vez que llegaba la primavera, Rosita se llenaba de alegría al saber que tenía un nuevo año por delante para seguir cumpliendo su propósito. Y así lo hizo, disfrutando cada momento y compartiendo su amor con todos los que encontraba en su camino.

FIN.

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