Rositas Escape
Había una vez un hermoso delfín rosado llamado Rosita, que vivía felizmente en las aguas cristalinas del río Mamoré en Bolivia.
Rosita era muy juguetona y curiosa, le encantaba nadar entre los nenúfares y saltar por encima de las olas. Un día, mientras exploraba los alrededores del río, Rosita se encontró con una red trampa colocada por el dueño de un circo llamado Don Cirilo.
Sin darse cuenta, quedó atrapada en ella y fue llevada lejos de su hogar. Cuando Rosita despertó, se encontró en una pequeña piscina dentro del circo. Estaba asustada y confundida. El dueño del circo la miraba con ojos codiciosos y malvados.
No tenía idea de lo mal que iba a ser tratada en ese lugar. Don Cirilo pensaba que podía hacer mucho dinero exhibiendo a Rosita como una atracción principal en su espectáculo. Pero para eso necesitaba entrenarla primero.
Y así comenzaron los días oscuros para nuestro amiguito acuático. Rosita era forzada a realizar trucos peligrosos sin descanso alguno. Debía saltar a través de anillos llameantes y dar vueltas sobre sí misma hasta marearse.
Don Cirilo no le permitía descansar ni comer adecuadamente; solo recibía pequeñas porciones de pescado cada día. Pero a pesar de todo el maltrato al que estaba siendo sometida, Rosita nunca perdió la esperanza ni dejó de soñar con regresar al río Mamoré junto a su familia.
Sabía que allí era libre y feliz, y estaba decidida a encontrar la manera de escapar. Un día, mientras Rosita nadaba en círculos en su pequeña piscina, escuchó una voz familiar desde el otro lado del circo.
Era un niño llamado Mateo, quien había ido al espectáculo con su familia. Mateo se dio cuenta de que Rosita no estaba feliz y decidió ayudarla. Mateo era un niño muy inteligente y amante de los animales.
Había leído muchos libros sobre delfines rosados y sabía que eran criaturas especiales que necesitaban vivir en libertad. Decidió hablar con sus padres para buscar una solución. "¡Mamá! ¡Papá! Tenemos que hacer algo por Rosita", exclamó emocionado Mateo.
Sus padres lo escucharon atentamente mientras él les contaba todo lo que sabía sobre los delfines rosados y cómo estaban en peligro de extinción debido a la captura ilegal. "Tienes razón, hijo", respondió su padre seriamente. "Debemos ayudar a Rosita a regresar a casa".
Juntos, Mateo y sus padres planearon una estrategia para liberar a Rosita sin ser descubiertos por Don Cirilo. Esperaron pacientemente hasta el momento adecuado para actuar.
En una noche oscura y lluviosa, cuando todos dormían en el circo, Mateo y sus padres se infiltraron sigilosamente en las instalaciones del recinto. Con mucho cuidado, lograron abrir la puerta de la piscina donde estaba Rosita sin despertarla. Rosita, al ver a Mateo y sus padres, sintió un gran alivio y emoción.
Nadó rápidamente hacia ellos y saltó por encima de la piscina para abrazarlos con su hocico. "¡Gracias por salvarme! ¡Quiero volver a casa!", dijo Rosita emocionada.
Mateo sonrió y le aseguró que la llevarían de regreso al río Mamoré donde pertenecía. Juntos, se dirigieron hacia el río en un camión especial que habían preparado para transportarla. Al llegar al río Mamoré, Rosita no podía contener su alegría. Saltaba y giraba en el agua mientras emitía sonidos de felicidad.
Estaba finalmente libre otra vez. Rosita nadó junto a Mateo y sus padres durante un tiempo antes de despedirse.
Agradecida por haber encontrado amigos tan maravillosos, prometió cuidarse mucho más en adelante y nunca olvidar el amor que había recibido. Desde ese día, Rosita se convirtió en una embajadora del río Mamoré y viajó por todo Bolivia para educar sobre la importancia de proteger a los delfines rosados y su hábitat natural.
Y así termina esta historia inspiradora sobre cómo una pequeña delfín rosada logró superar las adversidades gracias al amor incondicional de un niño valiente y su familia.
Una historia que nos enseña la importancia de luchar por lo que creemos, respetando siempre el bienestar animal y recordando que todos merecemos vivir libres y felices en nuestro hogar.
FIN.