Roy y la gran aventura marina



Había una vez un pinguino llamado Roy que vivía en el zoológico de la ciudad. Roy era muy querido por todos, especialmente por los otros pinguinos con quienes compartía su hogar.

Todos los días, los visitantes del zoológico les daban peces a los pinguinos como parte de su alimentación. Un día, Roy decidió que no quería depender de los visitantes para conseguir su comida.

Quería demostrarles a todos que podía valerse por sí mismo y salir a buscar sus propios peces en el océano. Así que, mientras los demás pinguinos esperaban pacientemente a que les dieran de comer, Roy se escapó sigilosamente del zoológico y se dirigió hacia el mar.

Al principio, todo parecía ir bien para Roy. Nadaba ágilmente entre las olas y atrapaba peces con facilidad.

Pero cuando intentó regresar al zoológico con su pesca del día, se dio cuenta de que lo habían seguido ¡los otros pinguinos! Los pinguinos estaban furiosos con Roy por no compartir sus peces con ellos. Lo rodearon y comenzaron a perseguirlo por toda la playa.

Roy corría lo más rápido que podía, pero los otros pinguinos eran persistentes y no paraban de reclamar su parte. "¡Roy, devuelve esos peces! ¡Es injusto que solo tú tengas comida!", gritaba Pablo, uno de los pinguinos más enojados. Roy sabía que había cometido un error al no compartir con sus amigos.

Se detuvo frente a ellos y les explicó cómo se sentía al depender siempre de la generosidad de extraños en lugar de valerse por sí mismo. "Lo siento mucho amigos", dijo Roy arrepentido. "Me equivoqué al pensar solo en mí mismo.

Deberíamos ayudarnos mutuamente y compartir lo que tenemos". Los otros pinguinos escucharon las palabras sinceras de Roy y reflexionaron sobre su actitud egoísta también. "Tienes razón, Roy", admitió Pablo avergonzado. "Deberíamos apoyarnos unos a otros en lugar de competir".

Desde ese día, Roy volvió al zoológico junto con los demás pinguinos. Aprendieron a trabajar juntos para encontrar comida y nunca más hubo peleas ni rivalidades entre ellos.

Los visitantes del zoológico quedaron asombrados al ver cómo estos simpáticos animales se cuidaban mutuamente y compartían todo lo que tenían.

Y así, gracias a la lección aprendida por Roy y sus amigos, el zoológico se convirtió en un lugar donde reinaba la amistad, la solidaridad y la colaboración entre todos sus habitantes.

FIN.

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