Rubi y el mágico árbol de decisiones



Había una vez, en un pequeño pueblo, una chica llamada Rubi. Rubi era conocida por su gran corazón y su risa contagiosa, pero tenía un pequeño problema: nunca podía tomar decisiones. Desde elegir qué juego jugar hasta decidir qué merienda llevar, siempre dudaba mucho.

Un día, mientras caminaba por el bosque, Rubi encontró un árbol enorme y majestuoso. Sus ramas estaban decoradas con brillantes hojas de colores y en su tronco tenía un letrero que decía: “Árbol de Decisiones: Aquí encontrarás respuestas a tus dilemas.”

"¡Wow! ¿Podrá ayudarme a decidir alguna vez?" – se preguntó Rubi, emocionada.

Se acercó al árbol y, al tocar su corteza, una voz profunda y amistosa resonó:

"Hola, Rubi. Soy el Árbol de Decisiones. Puedo ayudarte a encontrar respuestas a tus preguntas. ¿Qué necesitas decidir hoy?"

"Oh, no sé..." – respondió Rubi, rascándose la cabeza.

"¡Vamos! No hay rush. Piensa en algo sencillo para comenzar."

"¿Debería ir a jugar con mis amigos… o quedarme en casa a leer?"

"Una pregunta fácil… A ver…" – reflexionó el árbol.

"¿Qué te gustaría hacer más?"

Rubi se quedó en silencio. Finalmente, murmuró:

"Creo que prefiero jugar…"

"Entonces, ¡ve a jugar!" - dijo el árbol.

Rubi sintió una oleada de alegría. Se preguntaba si tal vez no era tan difícil decidir después de todo. Al día siguiente, Rubi decidió regresar al árbol para pedirle consejo nuevamente.

"Hola, Árbol de Decisiones. Quiero organizar una fiesta de cumpleaños... pero no sé quién invitar. ¿Qué hago?"

"¿Por qué no piensas en quienes son tus amigos más cercanos?"

"Claro, puedo invitar a Tomi y a Susi..."

"Perfecto. ¡Esa es una buena elección! A veces hay que pensar en lo que sentimos. ¿Qué más vas a hacer para preparar la fiesta?"

Rubi se dio cuenta de que podía usar lo aprendido. Al final, la fiesta fue un éxito y sus amigos la pasaron genial.

Los días pasaron y Rubi seguía yendo al árbol para pedirle consejo, pero también empezaba a intentar tomar decisiones por su cuenta.

Una tarde, estaba en la plaza y vio a un grupo de chicos jugando al fútbol.

"¿Debería unirme a ellos o seguir paseando?" – pensó Rubi.

Recordando lo que había aprendido, decidió acercarse.

"Hola, ¿puedo jugar con ustedes?"

"¡Claro, ven!" – gritó uno de los chicos.

Rubi sonrió. No solo jugó, sino que también hizo nuevos amigos.

Un día, el árbol la llamó.

"Rubi, has estado muy ocupada. Veo que has tomado muchas decisiones por tu cuenta y eso es genial. Sin embargo, tengo algo importante que compartir..."

"¿Qué es?"

"A veces, las decisiones serán difíciles. Habrá momentos en que no sabrás qué hacer. Pero recuerda, siempre hay una opción que resuena contigo, y está bien pedir ayuda cuando la necesites. Usa tu interior. Tu voz interna es valiosa."

"Gracias, Árbol. Lo tendré en cuenta."

A partir de ese día, Rubi se sintió más segura. Aprendió a escuchar lo que su corazón le decía y poco a poco se dio cuenta de que cada elección era una oportunidad para aprender algo nuevo.

Entonces, en el bosque, Rubi no solo encontró un árbol mágico; también descubrió su propia voz.

Y así, la chica que nunca podía tomar decisiones se convirtió en una experta en elegir su camino, disfrutando de cada paso que daba.

Al final del día, Rubi siempre volvía al árbol para compartir sus historias y decisiones, y el árbol se sentía muy orgulloso de ella.

Y así, Rubi continuó su aventura, siempre con una sonrisa en el rostro y la certeza de que cada decisión, grande o pequeña, la llevaría a un nuevo descubrimiento.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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