Rubno y el osito perdido


Había una vez en la gran colina un t-rex llamado Rubno. Este imponente dinosaurio estaba triste y preocupado porque había perdido a su querido osito de peluche, su compañero inseparable.

Caminaba de un lado a otro entre los árboles buscando desesperadamente, pero no lograba encontrarlo. Un día, mientras Rubno seguía su búsqueda con lágrimas en los ojos, escuchó una risa alegre que lo sorprendió.

Era Mateo, un niño con rizos de oro que jugaba feliz en la colina. Al ver al t-rex triste, se acercó con curiosidad y le preguntó:- ¿Por qué estás tan triste, señor T-Rex? Rubno miró a Mateo con asombro por su valentía y amabilidad al acercarse a él.

Con voz temblorosa, le contó sobre la pérdida de su osito y lo mucho que lo extrañaba. Mateo, sin dudarlo un segundo, ofreció ayudar a Rubno a encontrar a su osito perdido.

El t-rex, emocionado por la generosidad del niño, aceptó encantado y juntos emprendieron una aventura por la colina en busca del osito. Caminaron entre los árboles frondosos y las rocas gigantes durante horas. Se enfrentaron a desafíos como cruzar un río caudaloso y escalar una montaña empinada.

A pesar de las dificultades, Mateo siempre mantenía su sonrisa radiante y animaba a Rubno a seguir adelante. - ¡Vamos, amigo t-rex! Estoy seguro de que encontraremos tu osito pronto -decía Mateo con entusiasmo.

Finalmente, al atardecer, divisaron algo brillando entre las ramas de un árbol cercano. Era el osito de peluche de Rubno atrapado en las ramas altas. - ¡Allí está tu osito! -exclamó Mateo señalando hacia arriba.

Rubno no podía creerlo; gracias a la ayuda y compañía de Mateo había encontrado a su preciado amigo perdido. Con cuidado y destreza, el t-rex logró recuperar el osito sano y salvo. Emocionados y felices por el reencuentro, Rubno abrazó cariñosamente a Mateo con sus enormes garras prehistóricas.

- ¡Gracias por ayudarme! ¡Eres un verdadero amigo! -dijo Rubno con gratitud. - Ha sido genial ayudarte, amigo t-rex. Nunca olvides que siempre hay alguien dispuesto a tenderte una mano cuando más lo necesitas -respondió Mateo con alegría.

Desde ese día en adelante, Rubno aprendió el valor de la amistad y la importancia de ser amable y generoso con los demás gracias a la valiosa lección enseñada por Mateo.

Juntos continuaron explorando la gran colina en nuevas aventuras llenas de risas y camaradería para siempre jamás.

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