Rufina y la máquina de peinados mágicos




Había una vez en el tranquilo barrio de La Paternal, en Buenos Aires, una perrita llamada Rufina. Rufina era muy inquieta y divertida, pero había algo que le preocupaba: la escuela.

Rufina siempre se sentía incómoda y solitaria en el recreo, ya que no sabía cómo hacer amigos. Su papá, viendo la tristeza de Rufina, decidió ayudarla de una manera insólita. Él era un inventor muy creativo y construyó una máquina mágica que podía hacer peinados locos y divertidos.

Le explicó a Rufina que cada vez que se sintiera insegura o nerviosa, solo debía usar la máquina y automáticamente obtendría un peinado mágico que le daría confianza para enfrentar cualquier situación.

Rufina, emocionada, decidió probarlo al día siguiente en la escuela. Al llegar, se encontró con un grupito de perritos riendo y jugando. Se acercó tímidamente y les mostró su peinado mágico, que brillaba con destellos de colores.

Los otros perritos se quedaron asombrados y enseguida se acercaron a preguntarle cómo lo había logrado. Rufina, con su nueva confianza, les explicó cómo funcionaba la máquina y les ofreció hacerles peinados mágicos también.

Todos se divirtieron mucho y, desde ese día, Rufina se convirtió en la perrita más popular de la escuela, haciendo nuevos amigos y compartiendo la magia de la máquina de peinados.

La máquina mágica no solo ayudó a Rufina, sino que también enseñó a todos que la verdadera amistad nace de la creatividad, la diversión y la confianza en uno mismo.

FIN.

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