Rufus, el peatón ejemplar



En un tranquilo barrio de Buenos Aires vivía Rufus, un perrito juguetón y curioso que siempre estaba lleno de energía.

Un día, mientras correteaba por las calles del vecindario, vio a su amigo Tito cruzar la calle en el momento justo en que el semáforo se ponía en rojo. - ¡Tito, espera! ¡Eso es peligroso! -gritó Rufus preocupado. Tito lo miró con una sonrisa y le dijo: "Tranquilo, Rufus. Siempre cruzo así y nunca me ha pasado nada".

Rufus se quedó pensativo. Sabía que debía aprender más sobre seguridad vial para poder ser un peatón responsable. Decidió entonces pedir ayuda a la señora Carlota, una tortuga sabia que vivía en el parque cercano.

- ¿Podrías enseñarme cómo ser un buen peatón, señora Carlota? -preguntó Rufus tímidamente.

La tortuga asintió con paciencia y comenzó a explicarle las reglas básicas de educación vial: respetar los semáforos, esperar en la acera antes de cruzar, mirar a ambos lados de la calle y hacer contacto visual con los conductores para asegurarse de ser visto. Rufus escuchaba atentamente cada palabra de la señora Carlota y se propuso practicar todo lo aprendido al día siguiente.

Al salir a la calle, se encontró nuevamente con Tito, quien estaba a punto de cruzar sin mirar si venían autos. - ¡Espera Tito! Antes debemos asegurarnos de que no vengan vehículos cerca -advirtió Rufus recordando las enseñanzas de la tortuga sabia.

Tito dudó por un momento pero luego decidió seguir el consejo de su amigo. Juntos esperaron pacientemente a que el semáforo cambiara a verde y verificaron que no hubiera autos cerca antes de cruzar cuidadosamente la calle.

Desde ese día, Rufus se convirtió en un ejemplo para todos los animales del barrio. Con su actitud responsable y sus conocimientos sobre educación vial logró evitar accidentes y promover una convivencia segura entre peatones y conductores.

Gracias a la ayuda de la señora Carlota y su determinación por aprender, Rufus demostró que incluso el perrito más intrépido puede convertirse en un peatón ejemplar si está dispuesto a esforzarse y seguir las reglas.

Y así siguió disfrutando de sus travesuras diarias con la satisfacción de saber que lo hacía siendo responsable y seguro en todo momento.

FIN.

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