Rufus y el viaje a la Luna


Había una vez en un tranquilo barrio de Buenos Aires, un perro llamado Rufus que vivía feliz con su familia. Jugaba en el parque, corría por el jardín y siempre recibía cariño y atención de sus dueños.

Sin embargo, Rufus miraba todas las noches la Luna desde la ventana de su casa y soñaba con conocerla. Un día, mientras paseaba por el parque, Rufus vio un extraño objeto brillante en el cielo.

Era la Luna, más grande y radiante que nunca. Fascinado por su belleza, Rufus decidió que quería visitarla. Sin pensarlo dos veces, se escapó de su casa y comenzó a seguir a la Luna.

Rufus recorrió calles y avenidas siguiendo la luz plateada en el cielo. Pasó por lugares desconocidos donde hizo amigos entre otros animales callejeros que lo ayudaron en su travesía. "-¿Adónde vas tan apurado?" -le preguntó un gato callejero curioso.

"-Voy a la Luna", respondió Rufus con determinación. Los días pasaban y Rufus continuaba su camino hacia la Luna. Se enfrentó a tormentas, superó obstáculos y nunca perdió la esperanza de alcanzar su objetivo.

Finalmente, llegó a una montaña alta donde encontró un cohete abandonado en medio de un campo. Sin dudarlo, Rufus subió al cohete y presionó un botón rojo que decía —"Despegue" . El cohete tembló y empezó a elevarse lentamente hacia el cielo estrellado.

Los animales del lugar lo despidieron con alegría agitando sus patas desde abajo. El viaje fue emocionante para Rufus: flotar sin gravedad, ver la Tierra cada vez más pequeña desde arriba y finalmente acercarse a la Luna brillante e imponente en el espacio infinito.

Al llegar allí, saltó del cohete para explorar aquel mundo desconocido para él. "-¡Increíble! ¡Estoy realmente en la Luna!", ladraba emocionado Rufus mientras daba vueltas juguetonas sobre aquella superficie polvorienta llena de cráteres luminosos bajo el resplandor lunar.

Pero entonces recordó algo muy importante: echaba mucho de menos a su familia humana que había dejado atrás en Buenos Aires. La nostalgia invadió su corazón canino haciéndolo sentir solo e incompleto lejos de quienes tanto lo querían.

Decidiendo regresar a casa antes del amanecer lunar para reencontrarse con los seres queridos que había dejado atrás; emprendió así otro viaje lleno de aventuras rumbo al planeta azul que brillaba hermoso allá abajo.

Al llegar nuevamente al barrio donde solían jugar juntos todos los días; encontrando sorpresa tras sorpresa al ser recibido como todo un héroe regresando victorioso tras haber cumplido uno de sus sueños más anhelados: conocer personalmente ese astro nocturno tan misterioso e inspirador como es nuestra propia luna plateada colgando sobre nuestras cabezas durante las noches estrelladas del universo entero.

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