Rumba y el Poder del Dragón
En un rincón mágico del reino de Animalandia, vivía una perra negra llamada Rumba. Rumba no era una perra común y corriente; tenía unos hermosos rulos que bailaban al compás del viento y un corazón lleno de valentía. Además, llevaba una capa lila que la hacía ver como una heroína.
Un día, mientras jugaba en el bosque, Rumba escuchó un terrible rumor.
"¡Rumba, Rumba!" - gritaba su amigo el loro, Pluma. "¡El volcán vecino está a punto de erupcionar! Si no hacemos algo pronto, todo Animalandia podría quedar cubierto de lava!"
Rumba apretó los dientes, sintiendo una mezcla de miedo y determinación. "No podemos dejar que eso pase! Tengo que encontrar mis poderes de dragón y salvar a todos!"
Así, comenzó la aventura de Rumba. Fue a buscar a su abuela, la sabia tortuga Donatella, quien conocía la historia de los dragones.
"Abuela, ¿cómo puedo despertar mis poderes de dragón?" - preguntó Rumba con ojos brillantes.
"Rumba, para encontrar tus poderes, debes recordar tus sueños y enfrentarte a tus miedos. La clave está en tu interior" - respondió Donatella.
Rumba cerró los ojos y recordó aquel día en que ya había visto en sus sueños lo que significaba ser un dragón: volar alto y proteger a sus seres queridos. Con esa imagen en su mente, decidió ir a la montaña sagrada.
Al llegar, una neblina cubrió el lugar, y Rumba sintió que los árboles susurraban. "No tengo miedo, yo puedo hacerlo" - se dijo a sí misma. Con un gran grito de aliento, la niebla se disipó y un rayo de luz brilló sobre ella. De repente, unas escamas brillantes comenzaron a aparecer en su cuerpo, y Rumba se transformó en una poderosa dragón con alas grandes.
"¡Lo logré!" - exclamó emocionada, "¡Puedo volar!"
Rumba emprendió el vuelo hacia el volcán, sintiendo que la brisa la empujaba hacia adelante. Al llegar, vio a todos los animales aterrorizados, mirando cómo la lava comenzaba a gotear.
"¡Rumba! ¡Ayúdanos!" - gritó Tomás, el conejo.
"No teman, estoy aquí!" - aseguró Rumba, y comenzó a concentrarse. Con todas sus fuerzas, hizo un gesto con sus patas y de su boca salió una lluvia de agua mágica. La lava no pudo resistir y se convirtió en un río cristalino.
Los animales aplaudieron con gratitud, pero de pronto, un estruendo sacudió la tierra. Una gran sombra se asomó por detrás de la montaña, era la terrible sombra del volcán intentando levantarse.
"¡Rumba! ¡Debemos hacer algo!" - dijo Pluma, lleno de miedo.
"¡No se preocupen, amigos! Vamos a unir nuestras fuerzas. Cada uno tiene un poder especial que podemos usar juntos!" - respondió Rumba.
Así, cada animal comenzó a compartir su poder: la tortuga con su sapiencia, el loro con su velocidad, hasta el pequeño ratón con su ingenio. Rumba, con todos sus amigos, unieron sus capacidades y, trabajando en conjunto, levantaron una inmensa barrera hecha de luz y energía.
Cuando el volcán intentó desatar su furia, se encontró con el escudo de amor y amistad creado por Rumba y sus amigos. "¡No lo permitiré!" - gritó Rumba mientras luchaba con todas sus fuerzas. Al final, la luz brilló tan intensamente que el volcán se apagó y se volvió un dulce manantial.
Los animales vitorearon y celebraron su victoria.
"¡Rumba, lo lograste! Eres una heroína!" - gritó Tomás.
"No lo hice sola. Juntos somos más fuertes!" - respondió Rumba.
Desde aquel día, el bosque de Animalandia fue un lugar más seguro y hermoso. Rumba continuó siendo la guardiana del reino, siempre lista para ayudar a sus amigos.
Y, al final, todos aprendieron que la valentía y el trabajo en equipo pueden superar cualquier obstáculo, aunque parezca gigante como un volcán.
FIN.