Saanti y los Monstruos del Armario
Era una noche tranquila y estrellada en la casa de Saanti. Se había prometido que aquella sería una pijamada inolvidable, especialmente porque sus amigos Emiliano y Pietro iban a quedarse a dormir. Juntos planearían toda una noche de juegos, cuentos y, quizás, un poco de miedo.
Cuando llegaron Emiliano y Pietro, la emoción se sentía en el aire. "¿Estamos listos para la pijamada?" - preguntó Emiliano, con una gran sonrisa en su rostro.
"¡Siempre!" - respondió Saanti mientras llevaba a sus amigos a su habitación, donde había preparado una tienda de campaña con mantas y almohadas.
Pero había algo que Saanti no había contado. En su armario, había algunos monstruos. No eran monstruos comunes, eran figuras de peluche que había creado en su imaginación y que, a veces, se movían cuando ella no miraba. "¡No puedo esperar a que llegue la noche!" - dijo Saanti mientras les mostraba la “tienda”.
Después de varias horas llenas de risas y juegos, comenzaron a contar historias de miedo. "¿Alguna vez escucharon sobre los monstruos del armario?" - preguntó Pietro, tratando de asustar a sus amigos. "¡Claro! Esos son los vampiros que chupan la luz y que solo aparecen en las noches oscuras," - agregó Emiliano, usando una voz aterradora.
Saanti, sintiéndose un poco nerviosa, decidió ser valiente. "¿Y si esas historias no son verdaderas? Quizás los monstruos solo tienen miedo de nosotros también."
Emiliano la miró con curiosidad. "¿Qué querés decir?"
"Quiero decir que a veces lo desconocido puede asustarnos, pero si les damos una oportunidad, quizás son solo criaturas que buscan amigos."
Los tres amigos se miraron y decidieron que era una gran idea. "¡Vamos a conocer a esos monstruos!" - dijo Emiliano con determinación. Así que, con gran valentía, se acercaron al armario.
Saanti tomó la delantera. "Si hay monstruos aquí, no les haremos daño. Solo queremos ser amigos." Abrieron lentamente la puerta del armario y, para su sorpresa, no encontraron a un monstruo aterrador. En cambio, un pequeño peluche de monstruo con grandes ojos y una sonrisa amigable los miraba desde la oscuridad.
"¡Hola!" - dijo el monstruo enudado desde su rincón. "Soy Bobo, el monstruo del armario. Solo quería jugar, pero siempre tengo miedo de los humanos."
Los chicos se asombraron. "¿Pero por qué no salís a jugar con nosotros?" - preguntó Pietro.
"¿Porque siempre piensan que los monstruos son malos?" - respondió Bobo, encogiéndose de hombros. "Solo quiero un amigo."
Saanti, sintiéndose compasiva, tomó la mano de Bobo. "Bueno, hoy sos nuestro amigo. Vamos a jugar juntos."
Y así comenzó la mejor pijamada de sus vidas. Los tres amigos y Bobo, el monstruo del armario, pasaron la noche contando historias, compartiendo risas y jugando a inventar nuevas aventuras. Descubrieron que la verdadera diversión podía encontrarse incluso en los lugares más inesperados.
Al final de la noche, Emiliano les dijo: "Nunca imaginé que los monstruos pudieran ser tan divertidos."
"Nunca hay que juzgar un libro por su tapa, o un monstruo por su aspecto," - reflexionó Saanti.
Cuando el sol comenzó a salir, se despidieron de Bobo, prometiendo volver a jugar con él.
Cada vez que se asomaban al armario, lo hacían con una sonrisa. Sabían que, a veces, aquello que más tememos puede ser la mejor sorpresa de nuestra vida.
Así, Saanti, Emiliano, Pietro y su nuevo amigo Bobo aprendieron a no tener miedo a lo desconocido, porque puede esconder grandes aventuras y amistades inesperadas.
FIN.