Salem, el gato mágico de Villa Felina
Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Villa Felina, un gato llamado Salem. Era un gato negro con grandes ojos amarillos y un elegante sombrero de copa.
Pero lo que hacía especial a Salem no era solo su apariencia, sino también sus habilidades mágicas. Salem vivía en una vieja casa abandonada al final del pueblo.
Aunque la mayoría de los habitantes de Villa Felina temían a los gatos negros, Salem siempre se mostraba amable y servicial con todos. Sabía que las apariencias podían ser engañosas y estaba decidido a demostrarlo.
Un día, mientras paseaba por el mercado del pueblo, Salem escuchó a una madre preocupada hablar con su hijo pequeño:"-No puedo comprar ese libro que tanto deseas, cariño. No tenemos suficiente dinero", decía la mamá con tristeza. El niño parecía desilusionado y Salem sintió compasión por él. Decidió ayudarlos utilizando sus poderes mágicos para conseguir el dinero necesario para el libro.
Salem se acercó sigilosamente a la señora Gataflorinda, quien era la dueña de la tienda de dulces más popular del pueblo.
Sabiendo que ella tenía problemas para hacer crecer sus flores en el jardín trasero debido a una plaga de insectos, Salem tuvo una idea brillante. Se dirigió hacia el jardín trasero de la tienda y comenzó a recitar unos encantamientos mágicos. De repente, las flores cobraron vida y empezaron a bailar al ritmo de una melodía encantadora.
Las mariposas revoloteaban a su alrededor y los insectos desaparecieron por completo. Cuando la señora Gataflorinda descubrió el maravilloso jardín, se llenó de alegría y gratitud.
Quería recompensar a Salem por su ayuda, así que le dio una bolsa llena de monedas. Con las monedas en sus patitas, Salem volvió corriendo al mercado y buscó al niño y a su mamá. Los encontró en la librería mirando tristemente el libro que no podían comprar.
"-¡Hola! ¡Tengo algo para ustedes!", dijo Salem emocionado mientras les entregaba la bolsa de monedas. La mamá del niño quedó asombrada y preguntó: "-¿Cómo hiciste esto, Salem?"Salem sonrió y respondió: "-Soy un gato mágico.
Vi lo triste que estaban porque no podían comprar el libro, así que decidí ayudarlos". El niño estaba tan feliz que abrazó a Salem con fuerza. La mamá también se acercó y le dio las gracias desde el fondo de su corazón.
A partir de ese día, todos en Villa Felina dejaron atrás sus prejuicios hacia los gatos negros. Empezaron a ver más allá del color del pelaje de Salem y apreciaron su bondad y generosidad.
Salem continuó utilizando sus poderes mágicos para ayudar a los demás en el pueblo. Ya fuera reparando juguetes rotos o curando plantas enfermas, siempre estaba dispuesto a hacer todo lo posible para poner una sonrisa en los rostros de aquellos que lo rodeaban.
Y así, Salem el gato brujo se convirtió en una leyenda en Villa Felina. Su historia inspiró a otros a mirar más allá de las apariencias y a valorar la bondad y generosidad que todos podemos tener dentro de nosotros.
Y colorín colorado, este cuento mágico y educativo ha terminado.
FIN.