Salomé y el bosque encantado



Había una vez una niña llamada Salomé, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de un hermoso bosque encantado. Un día, Salomé decidió explorar el bosque, pero sin darse cuenta se adentró tanto que terminó completamente perdida.

Asustada y confundida, Salomé comenzó a llorar, sin saber qué hacer para regresar a casa. De repente, una linda mariposa azul llamada Marina se posó frente a ella y le preguntó qué le sucedía. Salomé explicó su situación y Marina le ofreció ayuda, llevándola con una familia de conejos que vivía en una madriguera cercana.

Los conejos, al ver a Salomé tan triste, le ofrecieron un poco de zanahorias y le explicaron que debía encontrar el Río de la Amabilidad para regresar a casa. Les agradeció y partió con un cálido abrazo.

Siguiendo las indicaciones de los conejos, Salomé se adentró más en el bosque y se encontró con un mapache llamado Ramón, quien la ayudó a cruzar un arroyo utilizando troncos como puente. A cambio, Salomé le ayudó a recoger frutas para su cena. Impresionado por la amabilidad de Salomé, Ramón le indicó el camino hacia el Río de la Amabilidad.

Mientras seguía el camino, Salomé se encontró con una ardilla llamada Anita, quien estaba atrapada en una red de ramas. Salomé corrió en su ayuda y juntas lograron liberar a Anita. En agradecimiento, Anita le entregó una llave mágica que le abriría el paso al Río de la Amabilidad.

Finalmente, Salomé llegó al Río de la Amabilidad, donde se encontró con un simpático castor llamado Bruno. Bruno le explicó que para cruzar el río, debían construir juntos un puente con troncos y piedras. Trabajando en equipo, lograron construir un hermoso puente que los llevaría de vuelta a casa.

Salomé, llena de alegría y aprendizaje, agradeció a sus nuevos amigos por toda su ayuda y cruzó el puente. Al llegar al otro lado, se encontró en el mismo lugar donde había comenzado su travesía. Con una sonrisa, comprendió que el bosque encantado le había enseñado una valiosa lección sobre la importancia de la amabilidad, la cooperación y el buen trato hacia los demás.

Desde ese día, Salomé sería recordada como la niña que siempre ofrecía su ayuda y amabilidad a quienes la necesitaban, convirtiéndose en una inspiración para todo el bosque encantado.

FIN.

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