Salome y el miedo a la oscuridad


Salomé era una niña muy alegre y curiosa, pero tenía un gran miedo a la oscuridad. Cada noche, al apagarse las luces, su corazón se aceleraba y sentía un nudo en la garganta.

Sus padres intentaban tranquilizarla, pero el miedo persistía. Un día, su abuelita le regaló una hermosa lámpara de estrellas que proyectaba destellos brillantes en el techo. -Abuelita, ¿crees que esta lámpara me ayudará a superar mi miedo a la oscuridad? - preguntó Salomé con esperanza.

-Claro que sí, mi niña. Esta lámpara te acompañará en tus noches y te recordará que la luz está en tu interior, siempre brillante y poderosa - respondió la abuelita con cariño.

Con la lámpara de estrellas encendida, Salomé se sentía más valiente, pero sabía que debía enfrentar su miedo de alguna manera. Decidió hablar con sus amiguitos del barrio y descubrió que algunos también tenían miedo a la oscuridad. Juntos, organizaron una divertida pijamada en la casa de Salomé.

-¿Quieren jugar a las escondidas en la oscuridad? - propuso Salomé, sorprendiendo a todos. Con la lámpara de estrellas apagada, los niños se animaron a jugar en la penumbra, riendo y superando sus miedos poco a poco.

Salomé descubrió que, al rodearse de sus amigos y confiar en su propia valentía, el miedo a la oscuridad se desvanecía. Poco a poco, dejó de depender tanto de la lámpara y aprendió a dormir sin necesidad de la luz.

La lámpara de estrellas seguía siendo su compañera, pero ahora como un símbolo de su fortaleza interior. Salomé comprendió que, aunque la oscuridad pueda asustar, siempre llevamos una luz brillante dentro de nosotros, lista para iluminar nuestro camino.

Y así, aprendió que los miedos pueden superarse con valentía y el apoyo de quienes nos rodean.

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