Salomé y el Padrino Zitto



Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, un orfanato llamado "Casa de los Sueños". Allí vivía una niña de seis años llamada Salomé. Ella era una niña muy especial, pero también muy asustada. Había sido abandonada por sus padres y eso la hacía sentir sola y temerosa de todo lo que la rodeaba.

Salomé pasaba sus días explorando los rincones del orfanato, pero siempre con un ojo atento a cualquier posible peligro. Las sombras del atardecer la hacían temblar y a menudo se escondía debajo de su manta en su cama.

Un día, mientras jugaba en el patio, se acercó un hombre extraño, pero su mirada era amigable y su sonrisa reconfortante. Era el padrino Zitto, quien comenzó a visitar el orfanato cada semana para compartir cuentos y aventuras con los niños.

"Hola, pequeña, ¿cómo te llamas?" - preguntó Zitto.

"Salomé..." - dijo tímidamente la niña, mirando al suelo.

"¿Salomé? ¡Qué nombre tan hermoso!" - respondió él con calidez.

Zitto se sentó a su lado y comenzó a contarle historias de valientes aventureros y mágicos reinos.

"¿Te gustaría ser una aventurera también?" - preguntó Zitto, animando a Salomé a levantar la mirada.

"No sé... tengo miedo..." - murmuró ella.

Zitto sonrió y dijo:

"El miedo es normal, Salomé. A veces, incluso los valientes sienten miedo. La clave está en enfrentar esos miedos uno a uno. ¿Te gustaría intentarlo?"

Con el tiempo, Salomé comenzó a sentirse más cómoda con Zitto. Él la guiaba con dulzura y le enseñaba a confiar en los demás. Empezaron a hacer pequeños desafíos juntas, como hablar con los demás niños del orfanato.

Un día, Zitto le propuso un reto mayor.

"Vamos a hacer una pequeña obra de teatro para que otros niños la vean. Podemos ser piratas o explorar la selva. Lo que tú quieras. ¿Te gustaría?" - preguntó emocionado.

"¿Yo? ¿Enfrentar una obra?" - su voz temblaba de nervios.

Zitto la miró con seriedad.

"Sí, te prometo que estaré contigo. No tienes que hacerlo sola. Juntos podemos hacerlo. Lo importante es que confíes en ti misma. ¿Qué dices?"

"Está bien... sí, lo intentaré..." - respondió Salomé, su corazón palpitando con emoción y un poquito de miedo.

Con el apoyo de Zitto, Salomé comenzó a preparar la obra. Trabajaron incansablemente, eligiendo personajes y creando decorados. Cada práctica era un pequeño triunfo. A medida que iba avanzando, el miedo de Salomé empezaba a disiparse. Los otros niños se unían y la animaban a dar lo mejor de sí.

Finalmente, llegó el gran día. El orfanato se llenó de gente, y Salomé sentía un nudo en el estómago.

"¿Estás lista?" - le preguntó Zitto, tomándole la mano.

"No estoy segura..." - dijo, temblando.

"Recuerda, estoy aquí. Solo respira hondo y siente que puedes hacerlo. Eres más valiente de lo que piensas" - le respondió.

Cuando llegó su turno, Salomé sintió una mezcla de nervios y emoción. Miró a la audiencia y vio a Zitto sonriendo, lo que le dio valor. Una vez que empezó a hablar, su miedo comenzó a desvanecerse y, al final, la función fue un éxito. Todos aplaudieron y la felicitaron.

"¡Lo hiciste, Salomé!" - exclamó Zitto abrazándola.

"¡Lo hice!" - gritó ella con una enorme sonrisa.

A partir de ese día, Salomé no solo aprendió a confiar en los demás, sino también en sí misma. Con el apoyo de Zitto y su propio valor, se dio cuenta de que, aunque el miedo a veces era abrumador, siempre había una manera de superarlo. Y así vivió, rodeada de amigos, aventuras, y sobre todo, confianza en el mundo que la rodeaba.

Con el tiempo, Salomé se convirtió en una de las niñas más valientes del orfanato, motivando a otros a enfrentar sus propios miedos. La leyenda de la pequeña aventurera, que comenzó con un padrino especial llamado Zitto, se contó de generación en generación, recordando a todos que el verdadero valor está en enfrentar nuestros miedos y aprender a confiar en los demás.

FIN.

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