Saltando entre sonrisas
Había una vez un joven llamado Martín, de 23 años, que vivía en un pequeño pueblo. Un día soleado, decidió salir a hacer las compras al mercado para abastecerse de alimentos frescos y deliciosos.
Mientras se preparaba para salir de su casa, notó que el cielo se estaba oscureciendo rápidamente y escuchó el sonido lejano del trueno. "¡Oh no!", exclamó Martín preocupado. "Se viene una tormenta".
Sin perder tiempo, corrió hacia el armario y agarró su paraguas antes de salir por la puerta. Caminando por las calles del pueblo, vio cómo la gente corría buscando refugio ante la inminente lluvia.
Martín siguió adelante con su paraguas abierto sobre su cabeza mientras avanzaba por el camino empedrado hacia el mercado. En ese momento, algo llamó su atención; un grupo de niños jugando bajo la lluvia sin preocuparse por mojarse.
Intrigado por la actitud despreocupada de los niños, Martín se acercó a ellos y les preguntó: "¿Por qué no se resguardan de la lluvia? Podrían enfermarse". Los niños rieron y uno de ellos respondió: "No te preocupes tanto, Martín. La lluvia es divertida y refrescante.
Nosotros disfrutamos saltar en los charcos y sentir las gotas caer sobre nosotros". Martín quedó sorprendido por estas palabras y decidió probarlo él mismo. Dejando a un lado sus preocupaciones adultas, cerró su paraguas y comenzó a saltar junto a los niños en los charcos.
La lluvia caía suavemente sobre ellos, refrescando sus rostros y alegrando sus corazones. Martín descubrió que no tenía por qué temerle a la lluvia, sino más bien disfrutar de ella.
Después de un rato de saltar y reír bajo la lluvia, Martín se despidió de los niños y continuó su camino hacia el mercado. A medida que avanzaba, notó cómo las nubes comenzaban a dispersarse y el sol volvía a brillar en el cielo.
Finalmente llegó al mercado y compró todo lo necesario para su hogar. Mientras regresaba a casa, reflexionó sobre la lección que había aprendido ese día: no hay que temerle a las cosas nuevas o diferentes, sino abrazarlas con una mente abierta y curiosa.
Desde aquel día, Martín dejó de preocuparse tanto por las pequeñas adversidades de la vida. Aprendió a disfrutar cada momento sin importar si estaba lloviendo o haciendo sol.
Y siempre recordaría esa vez en la que unos niños le enseñaron una valiosa lección mientras saltaban bajo la lluvia. Y así, Martín continuó viviendo su vida con una actitud positiva y llena de alegría.
FIN.