Saltarín y el vuelo de los sueños



Había una vez, en un bosque lleno de árboles altos y flores coloridas, un conejo llamado Saltarín. Saltarín era un conejo muy feliz, siempre saltando de aquí para allá. Sin embargo, había algo que siempre lo hacía sentir un poco triste: miraba con envidia a las aves que volaban libremente por el cielo.

Un día, mientras estaba disfrutando del sol, vio a su amiga la golondrina, Lila, volar cerca de él.

"¡Ah, Lila! Qué lindo es volar. Yo quisiera poder hacerlo también", dijo Saltarín, suspirando profundamente.

"Pero, Saltarín, cada uno tiene su propio don. Vos eres ágil y rápido, mientras que yo puedo volar alto", respondió Lila.

Saltarín se quedó pensando en lo que Lila había dicho. No quería dejar de ser un conejo, pero en el fondo deseaba poder volar alguna vez. Así que decidió que iba a intentar hacer algo diferente. En vez de saltar por el bosque, se propuso buscar un lugar alto desde donde pudiera ver todo el bosque como lo hacían las aves.

Saltarín buscó durante días y finalmente encontró una colina bien alta. Cuando llegó a la cima, se sentó y contempló el paisaje.

"¡Wow! Desde aquí se ve todo tan hermoso", exclamó.

De repente, un fuerte viento comenzó a soplar y Saltarín sintió una mezcla de miedo y emoción. Al mirar hacia abajo, vio que algunos de sus amigos estaban jugando.

"¡Saltarín! ¡Ven a jugar!", gritaron.

"No puedo, estoy viendo desde aquí!" respondió el conejo.

En ese momento, una idea brillante le llegó a la mente. "¡Voy a construir una cometa!" se dijo a sí mismo. Corrió hacia su casa y, con ayuda de hojas, ramas y un hilo fuerte, logró armar una hermosa cometa. El próximo día, volvió a la colina y, tras preparar todo, dejó que el viento levantara su cometa.

"¡Mirá cómo vuela! ¿Ves? ¡No necesito alas para volar!", gritó emocionado Saltarín.

Los pájaros comenzaron a reunirse alrededor para ver la cometa de Saltarín.

"¡Qué ingenioso sos, Saltarín!", aplaudieron.

El conejo se sintió feliz, pero al mismo tiempo, se dio cuenta de que aún no había cumplido su sueño de volar. Entonces decidió que, además de hacer cometas, compartiría su idea con los demás animales del bosque.

"Chicos, ¡hagamos una gran carrera de cometas!", propuso. Todos los animales se entusiasmaron y juntos comenzaron a hacer cometas de todo tipo de formas y colores.

El día de la carrera, el bosque estaba lleno de risas y alegría. Cuando las cometas comenzaron a elevarse, Saltarín sintió una felicidad inmensa.

"Miren todas nuestras cometas volar! ¡Es casi como si estuviéramos volando!", exclamó, con los ojos brillantes.

Y fue entonces cuando se dio cuenta de que, aunque no pudiera volar como las aves, podía crear su propia forma de sentir esa libertad. Saltarín aprendió que todos tenemos habilidades únicas y que, en lugar de envidiar a los demás, es mejor encontrar la forma de hacer algo maravilloso con lo que tenemos.

"¡Gracias por ayudarme, amigos! Nunca me sentiré envidioso otra vez. Ahora podemos volar juntos, aunque sea de una manera diferente".

Los animales aplaudieron y celebraron su amistad, convirtiéndose todos en los mejores voladores de cometas del bosque.

Y así, Saltarín, el conejo, nunca dejó de saltar, pero ahora también volaba a través de sus creaciones. Desde ese día, aprendió que lo más importante era disfrutar de sus propias habilidades y compartir con los demás, porque la verdadera felicidad se encuentra en la amistad y la creatividad.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!