Saltarín y la tormenta de nieve
El conejito saltarín, llamado así por su habilidad para dar grandes saltos, vivía en un hermoso bosque rodeado de árboles altos y coloridos.
Todos los días, el conejito se divertía jugando con sus amigos entre la hierba fresca del campo. Un día, mientras el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, la mamá del conejito saltarín le dijo que ya era hora de entrar a casa.
El viento soplaba frío y las primeras gotas de lluvia comenzaban a caer. Pero el pequeño conejo desobediente no hizo caso y decidió quedarse afuera un poco más. Los amigos del conejito también se iban retirando uno a uno.
Uno de ellos le advirtió: "Saltarín, es mejor que entres antes de que empiece a nevar". Pero él solo reía y continuaba correteando entre los árboles sin preocuparse por las consecuencias. De repente, las primeras nieves comenzaron a caer sobre el bosque. Saltarín miró al cielo sorprendido y asustado.
Se dio cuenta de que había cometido un gran error al ignorar las advertencias de su mamá y sus amigos. El frío era cada vez más intenso y la nieve cubría rápidamente todo lo que encontraba a su paso.
Saltarín intentó correr hacia su madriguera, pero estaba demasiado lejos y la nieve dificultaba su movimiento. Desesperado e indefenso bajo aquel manto blanco, Saltarín comprendió lo importante que era escuchar a quienes le querían bien.
Llorando lágrimas heladas, rogó por una oportunidad de enmendar su error y prometió ser más obediente. En ese momento, un conejo mayor llamado Sabio apareció. Había visto todo lo que había sucedido y decidió ayudar a Saltarín.
Con gran sabiduría, le explicó que la desobediencia puede llevar a situaciones peligrosas y que es importante aprender de los errores. Sabio llevó al pequeño conejito hasta su madriguera mientras la nieve seguía cayendo. Allí encontraron refugio, calor y seguridad.
Saltarín se dio cuenta de lo valiosa que era la protección de su hogar y el amor incondicional de su mamá. A medida que pasaban las horas, Saltarín reflexionaba sobre sus acciones y cómo podrían haberle causado problemas aún mayores.
Prometió a sí mismo siempre escuchar a quienes le rodeaban y seguir las indicaciones necesarias para cuidarse. Cuando finalmente paró de nevar, el bosque volvió a cobrar vida. Los amigos del conejito saltarín regresaron para asegurarse de que estaba bien.
Todos celebraron con alegría el reencuentro mientras compartían historias sobre la importancia de ser responsables y obedientes. Desde aquel día, Saltarín cambió completamente su actitud.
Aprendió que no hay nada más valioso que el amor familiar y la amistad verdadera. Se convirtió en un conejito responsable, siempre atento a las advertencias y dispuesto a aprender de los demás.
Y así fue como el pequeño pero desobediente conejito saltarín se transformó en un ejemplo para todos los animales del bosque, enseñándoles la importancia de escuchar y aprender de las experiencias.
FIN.