Saltitos y amistad


Érase una vez en un hermoso bosque, vivía Pepito, el conejo pegalón. Aunque era muy cariñoso y quería mucho a sus amigos animales, ellos le tenían miedo porque siempre los hacía saltar con sus brincos sorpresivos.

Pepito se sentía triste y solo, ya que nadie quería jugar con él. Un día, mientras deambulaba por el bosque buscando compañía, encontró a Gaviota posada en una rama. - ¡Hola! ¿Quién eres? - preguntó curioso Pepito. - Hola, soy Gaviota.

Veo que te sientes triste. ¿Qué te pasa? - respondió amablemente Gaviota.

Entonces Pepito le contó a Gaviota sobre su problema: cómo todos sus amigos se habían alejado de él porque les asustaba su forma de saltar sin previo aviso. Gaviota escuchó atentamente y sonrió comprensivamente. Luego dijo:- Pepito, puedo enseñarte algo importante si estás dispuesto a aprenderlo. Es posible ser divertido y amigable sin asustar a los demás.

Pepito estaba emocionado por la propuesta de Gaviota y aceptó aprender lo que ella tenía para enseñarle. Durante varios días, Gaviota fue paciente con Pepito e hizo ejercicios para ayudarlo a controlar sus brincos sorpresivos.

También le enseñó modales adecuados y cómo respetar los espacios personales de los demás animales del bosque. Un día soleado, cuando Pepito ya había mejorado mucho gracias a las enseñanzas de Gaviota, decidió poner en práctica todo lo aprendido y demostrar a sus amigos que había cambiado.

Se acercó sigilosamente a Conejito, su amigo de toda la vida, y le dijo con una sonrisa:- Hola, Conejito. ¿Te gustaría jugar a las escondidas? Prometo no asustarte más. Conejito miró sorprendido a Pepito y vio el genuino deseo de amistad en sus ojos.

Decidió darle una oportunidad. Jugaron durante horas sin que Pepito diera saltos inesperados ni asustara a nadie. Todos los animales del bosque se acercaron para ver cómo Pepito se había transformado en un conejo amable y respetuoso.

Pepito estaba feliz de haber recuperado la confianza de sus amigos gracias a las enseñanzas de Gaviota. Agradecido, corrió hacia ella para darle un abrazo. - ¡Gaviota! Gracias por ayudarme a cambiar mi forma de ser.

Ahora puedo ser divertido sin asustarlos - exclamó emocionado Pepito. Gaviota sonrió orgullosa y respondió:- Estoy muy feliz por ti, Pepito.

Recuerda siempre que ser amable y respetuoso con los demás es la mejor manera de ganarse el cariño y la confianza de las personas que te rodean. Desde ese día, Pepito se convirtió en el conejo más querido del bosque. Jugaba con sus amigos todos los días, pero esta vez sin causarles miedo ni incomodidad.

Aprendió que el respeto hacia los demás es fundamental para mantener buenas relaciones y disfrutar de la amistad. Y así, Pepito y Gaviota se convirtieron en grandes amigos, compartiendo risas y alegrías en el hermoso bosque donde todos los animales vivían felices para siempre.

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