Salvando Puente Aranda



En un pequeño barrio de Puente Aranda, donde las casas se llenaban de risas y el aroma del asado flotaba en el aire, vivían Lía, una niña curiosa, y Roco, su mejor amigo, un perrito de pelaje marrón. Lía era una niña inquieta con un gran amor por la naturaleza, siempre se preguntaba por qué el río cerca de su casa estaba tan sucio y por qué los árboles parecían enfermos.

Una tarde, mientras paseaban por el parque, Lía se detuvo frente al río y dijo:

"Roco, ¿no te parece que el río está muy sucio?".

Roco movió la cola, como si entendiera perfectamente lo que Lía decía.

"Sí, es una pena. Los pájaros no pueden cantar como antes", respondió Lía en voz alta, mirando a un grupo de aves que se alejaban volando.

Pero justo ese día, algo sorprendente pasó. Mientras estaban absortos en sus pensamientos, una pequeña rana saltó cerca de Lía.

"¡Hola! Soy Ríolo, el guardián del río. Necesito ayuda", dijo la rana con voz temblorosa.

Lía se sorprendió.

"¿Guardían del río? ¡Pero... ¿cómo podemos ayudarte?".

Ríolo hizo un salto hacia el agua, señalando la basura esparcida.

"El río está enfermo por culpa de la basura. Los humanos olvidaron cuidarlo. Si no hacemos algo, todos los animales del barrio sufrirán. ¡Ayúdenme a limpiar!"

Lía pensó un momento y luego respondió:

"¡Claro, Ríolo! Vamos a hacer algo. Primero, deberíamos avisar a todos en el barrio. Ellos también deben ayudar."

Roco ladró, como si también estuviera de acuerdo con la idea.

Así que Lía y Roco corrieron de casa en casa, invitando a sus amigos a unirse a la limpieza del río. Esa tarde, se organizó una gran reunión en el parque.

En la reunión, Lía propuso un plan.

"¡Vamos a formar grupos y cada uno se encargará de un sector! ¡Si todos ayudamos, podemos hacer que el río vuelva a ser hermoso!".

La idea emocionó a todos los niños del barrio.

"¡Sí, sí! ¡Queremos ayudar!" gritaron, llenos de energía.

Al día siguiente, con guantes y bolsas de basura, todos se reunieron en la orilla del río. Mientras recogían latas, plásticos y papeles, Lía notó algo extraño.

"Miren eso, hay algo oscuro en el agua", señaló. Y así fue, un gran depósito de aceite flotaba cerca de la orilla. Todos empezaron a murmurar.

"¿Qué vamos a hacer?" preguntó un niño llamado Tomás.

Ríolo saltó de nuevo al centro de atención.

"Necesitamos contactar a los adultos. Ellos tienen que saber que esto es peligroso para todos. Pero también podemos hablar con el encargado del barrio para que se haga una denuncia."

Lía y sus amigos corrieron a buscar a los adultos del barrio, quienes al enterarse de la situación tomaron acción. Juntos, contactaron a los líderes locales. Ríolo también hizo todo lo posible para que los animales del río se hicieran escuchar.

Días después, el barrio se reunió de nuevo, esta vez para escuchar a un especialista en medio ambiente que había venido a hablar sobre la importancia de cuidar el agua y los ecosistemas.

"Cuidar el río no se trata solo de este lugar. Es un hogar para muchos seres vivos, incluso para nosotros. Cada acción cuenta", dijo el especialista con una sonrisa.

La charla dejó a todos pensando. Lía finalmente se animó a hablar:

"Podemos hacer más que esta limpieza. Podemos tener un grupo de guardianes del río, donde mantengamos el lugar limpio y hagamos charlas sobre el cuidado del ambiente en el barrio!"

Los niños aplaudieron la idea, emocionados y llenos de expectativas.

Poco a poco, Puente Aranda comenzó a recuperar su esencia. Con el tiempo, el río empezó a verse más limpio y los árboles a florecer nuevamente. Roco ladraba lleno de alegría al ver a tantos pájaros regresar al lugar.

Una tarde, mientras paseaban nuevamente por el parque, Ríolo apareció de un salto.

"¡Gracias por cuidar de mi hogar!" dijo la rana, y Lía sonrió.

"Todo gracias a que trabajamos juntos. Si seguimos cuidando nuestro río, habrá muchos más Ríolos, y el barrio será un lugar hermoso para vivir", respondió Lía.

Desde ese día, Lía, Roco y todos sus amigos se convirtieron en los verdaderos guardianes del río de Puente Aranda, recordando siempre que cuidar el ambiente era responsabilidad de todos, y juntos, podían lograr grandes cambios.

FIN.

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