SAM el perrito de la navidad



Había una vez un pequeño perrito llamado Sam que vivía en un refugio de animales en un barrio tranquilo de Buenos Aires. Sam era un perro de pelaje marrón y ojos brillantes, y aunque a veces se sentía un poco triste porque no tenía un hogar, siempre mantenía su espíritu alegre, especialmente durante la época navideña.

Un día, mientras soñaba con la nieve y los regalos, Sam escuchó una conversación entre dos voluntarias del refugio.

"No puedo esperar a que llegue la Navidad. Es la época del año en que todos deben ser amables y pensar en los demás" - dijo una de ellas.

"Sí, pero no todos tienen un hogar como nosotros. Los animales del refugio merecen encontrar una familia" - respondió la otra.

Sam, al escuchar esto, decidió que haría algo especial para ayudar a otros como él. Entonces, empezó a idear un plan. Cada día, mientras los demás perros jugaban, él se sentaba a pensar en cómo podría atraer la atención de una familia y, al mismo tiempo, hacerles ver lo importante que era adoptar a un animal.

Una mañana, mientras paseaban por el parque, Sam conoció a una niña llamada Sofía. Ella era dulce y siempre llevaba consigo un gorro rojo que le daban ganas de sonreír. Sofía se acercó a Sam y le dijo:

"¡Hola, perrito! ¡Sos tan lindo! ¿Por qué estás solo?"

Sam movió la cola y, aunque no podía hablar, sintió que en su corazón se encendía una chispa de esperanza. Sofía, al notar que Sam era especial, prometió volver al día siguiente.

Esa noche, Sam pensó en una idea brillante para llamar la atención de más personas. Al día siguiente, decidió hacer un evento navideño en el refugio. Llamó a sus amigos del refugio y les dijo:

"¡Chicos! Se me ocurre que deberíamos hacer una fiesta de Navidad para mostrar lo amables y dulces que somos. Así, más familias vendrán a conocernos y quizás nos adopten".

Los otros perros se entusiasmaron con la idea y comenzaron a ayudar. Cada uno aportó su talento: algunos diseñaron decoraciones con ramitas y hojas, mientras que otros ayudaron a hacer tarjetas de invitación con sus patitas.

"¡Vamos a hacer una fiesta en el refugio para demostrar que somos unos perritos adorables!" - exclamó Sam.

El gran día llegó, y el refugio se llenó de luces de colores y murmullo de alegría. Sofia llegó acompañada de su familia y se sorprendió al ver a todos los perritos vestidos con cintas rojas y verdes.

"¡Mirá, mami! ¡Ellos se ven tan felices!" - exclamó Sofía.

Sam movía su cola emocionado mientras los niños jugaban con los perros y les daban golosinas. Cada perro era presentado por su personalidad:

"Este es Rocky, siempre listo para jugar a la pelota" - decía un voluntario. "Y esta es Linda, a quien le encanta abrazar a todos".

Sofía, junto a su familia, decidió llevarles un regalo.

"¿Podemos traerles regalitos a los perritos? Me gustaría que todos se sientan festejando" - insistió.

"¡Claro que sí!" - respondió su mamá. "Eso va a ser muy lindo".

Mientras tanto, Sam sabía que debía dar un último toque a su plan. Quería asegurar que todas las familias entendieran que adoptar era una gran decisión, así que subió a una pequeña cajita con un letrero que decía: "Adopta, no compres. Todos los perritos merecemos un hogar lleno de amor".

Cuando Sofía leyó el letrero, miró a su papá y dijo con determinación:

"¡Quiero adoptar a un perrito! Creo que Sam es el perfecto".

Sam no podía creerlo. Sofía se acercó y le puso una bufanda roja alrededor del cuello y le dijo:

"Sos el mejor perrito de Navidad, ¡es hora de ir a casa!"

Desde ese día, Sam y Sofía se convirtieron en un equipo inseparable. Juntos vivieron aventuras, jugaron en el parque y aprendieron sobre la importancia de ser amables con todos los animales. El refugio se llenó de familias que decidieron adoptar y hacer de la Navidad una celebración de amor y amistad.

"Gracias, Sam, por recordarnos lo importante que es dar una segunda oportunidad a quienes más lo necesitan" - decía Sofía, abrazándolo, mientras miraban las luces brillantes en su nuevo hogar.

Y así, Sam, el perrito de la Navidad, se convirtió en un símbolo de esperanza y alegría, no solo para su familia, sino para todos los que deseaban abrir su corazón a una nueva amistad.

Y cada Navidad, el refugio organizaba una fiesta especial, donde Sam siempre era el invitado de honor, recordando a todos que el amor verdadero se encuentra en los gestos más sencillos.

FIN.

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