Sam, el perro negro y peludo
Había una vez un perro negro y animal llamado Sam que vivía en un pequeño pueblo llamado Valle Sonriente. Sam era un perro muy especial. Tenía una gran cola que siempre movía cuando estaba feliz y unos ojos brillantes que reflejaban toda la alegría que llevaba dentro. Sin embargo, había algo que hacía a Sam diferente de los otros perros. A pesar de ser juguetón y cariñoso, a veces se sentía un poco solitario porque no tenía muchos amigos.
Un día, mientras paseaba por el parque, Sam vio a un grupo de perros jugando en el estanque. Se acercó emocionado, pensando que quizás podría unirse a ellos.
"¡Hola!" - ladró Sam alegremente.
"¿Quién es este perro negro y animal?" - preguntó un perro golden retriever llamado Max.
"No lo sé, nunca lo había visto antes" - respondió una perra beagle llamada Lila.
Sam, sintiendo un poco de tristeza, se dio cuenta de que no lo estaban aceptando en el grupo. Entonces, decidió alejarse y buscar un lugar tranquilo bajo un árbol donde se echó a descansar. Sin embargo, no pasó mucho tiempo cuando un pequeño niño que jugaba cerca se acercó a él.
"¡Hola, perrito! ¿Por qué estás solo?" - preguntó el niño con una sonrisa.
"Me gustaría jugar, pero los otros perros no me dejaron unirme" - respondió Sam, moviendo su cola un poco.
El niño pensó un momento y luego dijo:
"¿Sabés qué? Vamos a jugar juntos. Yo te lanzaré una pelota y vos me la traés."
Sam se animó, y juntos comenzaron a jugar. El niño lanzó la pelota y Sam corrió tras ella con alegría, sintiendo que cada vez se llenaba más de energía y felicidad. Sin darse cuenta, mientras corría, atrajo la atención de los otros perros.
"Mirá cómo juega ese perro, ¡es muy rápido!" - exclamó Lila.
"¡Sí, parece que se divierte mucho!" - agregó Max.
Viendo que Sam estaba disfrutando tanto, los otros perros empezaron a acercarse. Finalmente, Max dijo:
"¿Podemos jugar juntos?"
"¡Claro! Vengan a jugar con nosotros" - ladró Sam entusiasmado.
De repente, el parque se llenó de risas y ladridos. Todos los perros comenzaron a jugar juntos, persiguiendo la pelota y dando vueltas alrededor del pequeño niño, que estaba feliz de ver cómo todos se divertían. Sam se dio cuenta de que no necesitaba ser diferente para ser aceptado, solo necesitaba ser él mismo.
El tiempo pasó rápido y, cuando llegó la tarde, todos los perros estaban cansados pero felices. Sam se despidió de su nuevo amigo el niño.
"¡Gracias por jugar conmigo!" - dijo Sam con su cola moviéndose de un lado a otro.
"¡Volvamos a jugar mañana!" - respondió el niño emocionado.
Desde aquel día, Sam no solo tuvo un nuevo amigo, sino que también hizo muchos otros amigos en el parque. Aprendió que a veces primero hay que hacer el esfuerzo de acercarse a los demás, y que ser uno mismo es lo más importante. Además, descubrió que aunque algunos no lo aceptaran al principio, eso no obligaba a dejar de intentar.
Así, Sam, el perro negro y animal, no solo se convirtió en el perro más querido del parque, sino que también siempre recordaba a esos niños que lo hicieron sentir especial.
Y así, en Valle Sonriente todos aprendieron que la verdadera amistad no depende de la apariencia, sino del cariño y la alegría que compartimos. Al final del día, todos los perros se unieron, incluidos Sam, Max y Lila, creando un lazo inquebrantable. Desde entonces, el parque y el pueblo fueron un lugar mucho más feliz.
¿Y así fue como Sam siguió disfrutando de un montón de aventuras en compañía de sus amigos, recordando siempre lo importante que es la aceptación, la amistad y ser uno mismo en el camino que vamos construyendo juntos!
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.