Samir y los Colores del Amor



Había una vez en un pequeño pueblo, un niño llamado Samir. Era un niño curioso, lleno de vida y muchas preguntas. Samir tenía algo muy especial: su piel tenía diferentes tonos, como si un arcoíris se hubiera posado sobre él. Samir adoraba sus colores, pero a veces, se sentía un poco diferente de los demás.

Un día, mientras jugaba en el parque, conoció a una niña llamada Sofía. Ella tenía el cabello rubio y la risa más contagiosa del mundo.

"Hola, ¿por qué tenés tantos colores en tu piel?" - preguntó Sofía, mirándolo con curiosidad.

"Son mis colores, me hacen único. A veces me siento un poco extraño, pero son parte de mí" - respondió Samir, encogiéndose de hombros.

"¡Son geniales!" - exclamó Sofía. "A mí también me gusta ser diferente. Te propongo algo. ¿Por qué no hacemos una competencia de colores?" - sugirió.

Samir sonrió, sintiéndose más seguro. Juntos, corrieron hacia la fuente y empezaron a jugar. Mientras jugaban, otros niños se unieron a ellos.

Pronto, el parque se llenó de risas y diversión. Pero en un rincón, dos niños, Joaquín y Mateo, miraban con desdén.

"¿Qué hacés con esos colores raros?" - le dijo Joaquín a Samir. "No sos como nosotros".

Samir sintió que se le encogía el corazón. Pero Sofía, que se había dado cuenta de la situación, se acercó.

"Los colores son lo que nos hace especiales. Samir, ¿por qué no les muestras cómo son tus colores?" - dijo Sofía.

Samir dudó un momento, pero decidió intentarlo. Se acercó a Joaquín y Mateo.

"¿Quieren ver algo genial?" - dijo. "Si me tocan, pueden sentir cómo cambian mis colores según el amor que hay en el aire."

Sofía miró a los otros niños y les sonrió.

"¡Ven!" - dijo. "Les mostraré lo divertido que puede ser jugar juntos!"

Le hizo algunos gestos y los niños aceptaron darle una oportunidad. Samir cerró los ojos, se concentró y, a medida que sus colores comenzaron a cambiar, les dijo:

"Sientan la energía de la alegría y el cariño."

Los colores de Samir comenzaron a brillar intensamente: rojo, amarillo, azul y verde, como si estuvieran danzando al compás de su voz. Los otros niños, intrigados, se acercaron.

Joaquín miró con sorpresa y dijo:

"Es hermoso, Samir. Nunca había visto algo así."

"¡Sí! Claro que lo es! Hay magia en ser diferente y tener amor para compartir." - agregó Mateo.

De repente, toda la tensión se disipó. Los niños comenzaron a aceptar a Samir por quien era, no solo por sus colores, sino por su alegría y su capacidad de unir a todos.

Desde ese día, Samir no solo jugaba con Sofía, sino también con Joaquín y Mateo que se convirtieron en buenos amigos. Juntos, organizaron juegos donde todos podían mostrar sus colores de la manera en que quisieran.

Samir había aprendido que sus colores no solo lo hacían diferente, sino que también eran la manera en que podía compartir amor y alegría.

Siempre que se miraba al espejo, sonreía al ver su propio reflejo. Cada día se volvía más y más fuerte porque entendía que ser diferente era, en realidad, una gran fortuna.

Así, el parque se convirtió en un lugar mágico, donde la verdadera amistad florecía cada día, y donde cada color representaba un tipo de amor, porque Samir se dio cuenta que, al final, todos tenían algo especial para compartir.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!