Samira y el Árbol de Navidad



Era una vez, en un pequeño pueblo llamado Estrellita, una niña llamada Samira que amaba la Navidad más que nada en el mundo. Cada año, su familia decoraba un hermoso árbol de Navidad en su casa. Desde que Samira tenía memoria, siempre había soñado con tener la mejor decoración para su árbol, lleno de luces brillantes, esferas de colores y, por supuesto, una estrella dorada en la cima.

Un día, mientras caminaba por el parque, Samira se dio cuenta de que todos los árboles del lugar estaban decorados, pero uno en particular, un viejo pino, estaba triste y desnudo.

"¿Por qué no tienes adornos, querido árbol?" - le preguntó Samira con curiosidad.

"Porque nadie se preocupa por mí, pequeña. Solo soy un árbol olvidado." - respondió el árbol con un susurro melancólico.

Samira sintió pena por el árbol y decidió que haría algo al respecto. "Voy a decorarte para que todos te vean brillante y feliz, como mi árbol de Navidad en casa."

Ese fin de semana, Samira invitó a sus amigos a ayudarla en su misión. Se reunieron en el parque, llevando cintas, esferas viejas y luces que habían encontrado.

"¡Esto va a ser genial!" - exclamó uno de sus amigos, Lucas "¡El árbol va a brillar!"

"Sí, y espero que todos en el pueblo puedan disfrutarlo" - contestó Samira, llena de entusiasmo.

Trabajaron durante horas, colocando adornos y luces en el árbol viejo. Para su sorpresa, cada adorno que colgaban parecía hacerlo más feliz. El árbol empezó a brillar, no solo por las luces, sino por la alegría que sentía en su corazón.

Finalmente, al caer la noche, encendieron las luces y el viejo árbol de Navidad iluminó el parque como nunca antes.

"¡Miren eso! Es hermoso!" - gritaron los chicos, asombrados.

"No puedo creer que me sientan tan vivo otra vez..." - dijo el árbol, su voz llena de alegría.

La noticia del árbol decorado se esparció rápidamente por Estrellita. La gente comenzó a venir del pueblo para admirar el árbol. En poco tiempo, todos querían ser parte de la alegría que ya no estaba sola, y la paz del parque brilló con sonrisas y risas.

Un día, un anciano del pueblo se acercó y miró al árbol con nostalgia.

"Este árbol fue mi compañero en la infancia. Nunca pensé que lo vería tan hermoso de nuevo" - dijo con lágrimas en los ojos.

"Ahora todos podemos disfrutarlo juntos, abuelo!" - exclamó Samira, abrazándolo.

Samira aprendió de esta experiencia que la verdadera magia de la Navidad no está solo en los adornos, sino en compartir, cuidar y estar juntos. No le importaba si su árbol de casa no era el más bonito, porque ahora tenía un árbol en el parque que brillaba por la amistad y el amor de todos.

Y así, el árbol de Navidad se convirtió en un símbolo de unidad en Estrellita, recordándoles a todos la importancia de cuidar lo que a veces se olvida y celebrar la magia de la generosidad.

Desde aquel año, cada Navidad, en vez de dejar su árbol solo en casa, Samira y sus amigos seguían decorando al viejo árbol del parque, creando así una tradición que unía a todo el pueblo y llenaba de alegría sus corazones.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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