Samuel David, el Abogado Increíble



Había una vez un niño llamado Samuel David que vivía en un pequeño pueblo. Desde muy joven, Samuel soñaba con ser abogado. Él quería ayudar a la gente y resolver problemas. Siempre que veía a alguien en apuros, se preguntaba: "¿Qué puedo hacer para ayudar?"

Un día, mientras caminaba por el parque, Samuel escuchó un gran alboroto. Se acercó y vio a un grupo de niños rodeando a un hombre mayor que parecía estar muy confundido.

"¿Qué está pasando aquí?" - preguntó Samuel, acercándose con curiosidad.

"El señor Alfredo dice que alguien le robó su billetera, pero nadie le cree" - explicó Ana, una de las niñas.

"¿Por qué no le creen?" - Samuel inquirió, frunciendo el ceño.

"Porque dice que se la sacaron de su bolsillo, pero nadie vio nada" - respondió Javier, otro niño del grupo.

Samuel pensó que tenía que hacer algo. Creyó que, como futuro abogado, lo primero que debía hacer era escuchar a todos.

"Señor Alfredo, ¿puedo ayudarlo?" - preguntó Samuel, acercándose al anciano.

"Oh, gracias, joven. La verdad, tengo miedo de que piensen que estoy loco" - contestó el hombre, con voz temblorosa.

"No se preocupe, yo le quiero ayudar a resolver esto. ¿Qué le parece si le preguntamos a los otros niños si vieron algo?" - sugirió Samuel.

Alfredo asintió con la cabeza y, en un instante, todos comenzaron a compartir sus testimonios. Luego de un rato, Samuel se dio cuenta de que había un montón de pistas.

"Escuchen, todos volvían del patio de juegos, ¿cierto? ¿Alguien vio algo raro?" - preguntó Samuel.

Justo cuando estaba a punto de rendirse, un niño llamado Lucas levantó la mano.

"Yo vi a un chico salir corriendo con un gorro azul" - dijo Lucas.

Samuel se iluminó.

"¿Podríamos buscar a los chicos con gorras azules? Quizás podamos averiguar más" - propuso.

Los niños comenzaron a circular para buscar a los chicos de gorra azul. Pronto, un grupo de ellos apareció.

"¡Eh! ¿Ustedes vieron algo raro en el parque?" - preguntó Samuel a los nuevos amigos.

Uno de los chicos respondió.

"Sí, vi a un chico con una gorra azul cerca de la fuente, parecía muy nervioso..." - dijo.

Samuel tomó nota mentalmente y reunió a todos de nuevo para seguir investigando.

Finalmente, tras hablar con varios niños, encontraron al chico con gorra azul.

"Hola, te vimos en el parque. ¿Sabes algo acerca de la billetera de Alfredo?" - le preguntó Samuel.

El chico, que se llamaba Martín, bajó la mirada y titubeó.

"Lo siento, yo sólo la encontré tirada y pensé que nadie la reclamaría..." - explicó con una voz suave.

Samuel, en lugar de enojarse, dijo:

"Está bien, Martín. Lo importante es devolver la billetera. Todos cometemos errores, lo que importa es aprender de ellos".

Así que juntos, llevaron la billetera de vuelta al señor Alfredo.

"¡Aquí está su billetera, señor!" - exclamó Samuel, con una gran sonrisa.

Alfredo, emocionado, agradeció a todos los niños por su ayuda.

"Ustedes son como pequeños abogados. Si no se hubieran juntado, nunca habría recuperado lo que era mío" - dijo Alfredo, con lágrimas de alegría en los ojos.

Thomas, el maestro de la escuela, que había visto todo desde la distancia, se acercó y los felicitó.

"Chicos, hicieron un gran trabajo. Esto les enseñará que a veces, todos necesitamos un abogado, alguien que escuche y encuentre la verdad" - dijo, sonriendo.

Samuel sonrió, sabiendo que había dado su primer paso hacia su sueño de ayudar a la gente. Y así, con la lección aprendida sobre la importancia de la justicia y la colaboración, todos volvieron a jugar felices en el parque, incluyendo al señor Alfredo, quien se unió a ellos.

Y así, cada día, Samuel David se permitió seguir soñando en grande, con el corazón lleno de esperanza y un espíritu de ayuda hacia los demás.

FIN.

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