Samuel, el joven que calculaba



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Númeropolis, un niño llamado Samuel. Samuel no era un niño común y corriente; él tenía un talento especial para hacer cálculos. Podía sumar, restar, multiplicar y dividir más rápido que cualquier otra persona en Númeropolis. Sus amigos siempre lo llamaban cuando necesitaban ayuda con sus deberes de matemáticas.

Un día, mientras Samuel estaba en el parque contando hojas de los árboles, un nuevo chico llegó al pueblo. Se llamaba Lucas y se veía triste. Samuel, curioso como era, se acercó a él.

"Hola, ¿por qué estás tan triste?" - preguntó Samuel.

"Hola, soy Lucas. Me vine a Númeropolis desde otra ciudad y no sé hacer amigos. Además, en mi antigua escuela siempre me costaba comprender las matemáticas" - respondió Lucas, mirando hacia el suelo.

"Pero aquí no estás solo, yo puedo ayudarte a aprender matemáticas. Si te parece bien, podemos estudiar juntos después de la escuela" - ofreció Samuel, sonriendo.

Lucas aceptó la oferta, aunque un poco nervioso. Al día siguiente, después de clase, Samuel llevó a Lucas a casa y comenzaron a trabajar juntos.

Al principio, Lucas tenía problemas con las multiplicaciones, pero gracias a la paciencia y las explicaciones creativas de Samuel, rápidamente comenzó a entender.

"Mirá, Lucas, pensar en las multiplicaciones como grupos de cosas puede ayudar. Si tienes 4 bolsas con 3 manzanas en cada una, al contar las manzanas es como sumar varias veces" - explicó Samuel, dibujando en un papel.

Poco a poco, Lucas fue mejorando. Se hizo su mejor amigo y siempre estaban juntos en el parque o trabajando en sus tareas. Un día, el maestro de matemáticas, el Sr. González, anunció un concurso de matemáticas para todos los estudiantes de la región.

"¿Vas a participar?" - preguntó Samuel a Lucas.

"No estoy seguro, Samuel. Aún tengo miedo de no ser lo suficientemente bueno" - respondió Lucas, con inseguridad en su voz.

"No te preocupes. Solo se trata de demostrar lo que has aprendido, lo importante es que te diviertas. Yo creo en vos" - animó Samuel.

Después de mucha reflexión, Lucas decidió inscribirse. Samuel lo apoyó durante todo el proceso, ayudándole a practicar y perfeccionar sus habilidades.

El día del concurso llegó. Todos los estudiantes del pueblo y otros pueblos cercanos estaban allí. Lucas estaba muy nervioso, pero había decidido que haría lo mejor que pudiera. Samuel le dio un abrazo antes de entrar al aula.

"Recuerda, no importa el resultado. Lo importante es disfrutar y aprender. Yo estaré aquí esperándote" - le susurró Samuel.

Lucas tomó una profunda respiración y se sentó en su escritorio. Cuando el concurso comenzó, las preguntas eran desafiantes, pero Lucas se sentía preparado. Recordaba todo lo que había aprendido con Samuel. De repente, cuando el tiempo estaba por acabarse, una pregunta complicada lo desconcertó.

"¿Ahora qué hago?" - pensó Lucas, sintiendo que se le apagaban las esperanzas.

Pero justo en ese momento, una idea brillante se iluminó en su mente, la técnica que Samuel le había enseñado. Mamá, papá, la abuela y Samuel estaban en su mente dándole ánimos.

Finalmente, entregó su examen, sintiéndose un poco más seguro. Tras lo que pareció una eternidad, el Sr. González anunció los resultados.

"El primer premio del concurso de matemáticas va para... ¡Lucas!" - exclamó el Sr. González, con gran entusiasmo.

Lucas se quedó boquiabierto. Todos lo aplaudieron y Samuel ya estaba de pie, saltando de alegría.

"¡Lo hiciste, Lucas! ¡Estoy tan orgulloso de vos!" - gritó Samuel, corriendo a abrazarlo.

Desde entonces, Lucas no solo fue considerado un buen estudiante de matemáticas, sino que también hizo muchos amigos en Númeropolis.

"Gracias, Samuel, por ayudarme a creer en mí mismo" - dijo Lucas, sonriendo.

"No, gracias a vos, por ser un gran amigo y por nunca rendirte" - respondió Samuel.

Así, los dos amigos siguieron compartiendo sus aventuras, aprendiendo el uno del otro y demostrando que con esfuerzo y apoyo, se pueden alcanzar grandes logros. Y de esta manera, Númeropolis se convirtió en un lugar donde la amistad y el aprendizaje brillaban más que nunca.

FIN.

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