Samuel y la Misión del Meteorito



Era un día soleado en el barrio de Villa Esperanza. Samuel, un chico curioso de diez años, estaba jugando con sus amigos, Sofía y Lucas, en el parque. Mientras pateaban la pelota, Sofía miró hacia el cielo y vio algo extraño.

"¡Miren!", gritó Sofía, señalando. "¿Qué es eso?".

Los tres amigos levantaron la vista y vieron una bola brillante cruzar el cielo, dejando una estela de luz. Lucas, emocionado, dijo:

"¡Es un meteorito! ¡Debemos ir a verlo!".

Los chicos corrieron al lugar donde el meteorito había caído, a las afueras del pueblo. Cuando llegaron, encontraron un cráter humeante y un objeto negro, en forma de roca, que parecía pulsatil con luces de colores.

"Esto es increíble", susurró Samuel. "Nunca había visto algo así".

Pero de repente, escucharon un zumbido. Era un mensaje que resonaba en el aire:

"¡Atención, habitantes de la Tierra! Este meteorito trae un mensaje y un desafío. Si no pueden resolver el acertijo antes de la medianoche, la Tierra será destruida".

Los amigos se miraron aterrados. Lucas, temblando, dijo:

"¿Qué vamos a hacer? ¡No podemos dejar que eso pase!".

Sofía, que siempre había sido muy buena resolviendo acertijos, tomó la iniciativa:

"¡Vamos a hacerlo juntos!".

El meteorito proyectó una imagen en el aire con un acertijo: "Soy más ligero que una pluma, pero el hombre más fuerte no puede sostenerme. ¿Qué soy?".

"¡Es el aliento!" exclamó Samuel. Los amigos se miraron con entusiasmo. Sofía preguntó al meteorito:

"¡Es el aliento!".

"¡Correcto!" contestó la voz del meteorito. "Pero queda poco tiempo. El siguiente desafío será más difícil".

En ese momento, apareció una apertura en el meteorito y blanqueó un libro. Cuando Lucas lo tocó, las páginas comenzaron a volar por el aire hasta detenerse en una pregunta:

"¿Qué causa ríos, arroyos, lagos y mares, pero no tiene cuerpo físico?".

"¡Agua!", gritó Sofía.

La voz del meteorito aprobó nuevamente, pero podía oírse un tic-tac. El tiempo seguía corriendo. De pronto, el meteorito se oscureció y empezó a temblar.

"¡Rápido! El último acertijo" dijo Samuel. El meteorito mostró una imagen de un árbol. "¿Qué es? Un ser vivo que puede crecer, dar sombra y vida, pero no tiene piernas".

"Un árbol, ¡es un árbol!" dijo Lucas.

La voz del meteorito respondió:

"¡Correcto! Pero no se confíen, ahora deben unir esfuerzos y demostrar que están listos para salvar su Tierra. ¡Construyan algo que los proteja!".

Samuel, Sofía y Lucas empezaron a pensar. Juntaron ramas, hojas, y hasta reciclaban cartón de un viejo basurero. Al mediodía, habían construido un refugio con una señal que decía: "¡Salvemos la Tierra!".

El meteorito brilló intensamente y, ante los ojos de los chicos, empezó a desmontarse, dejando caer una lluvia de luces que iluminaron el terreno.

"¡Lo logramos!" exclamó Sofía, emocionada.

Fue entonces cuando una luz intensa estalló en el cielo y una voz más calmada dijo:

"Gracias, pequeños héroes. No sólo han resuelto mis acertijos, sino que su capacidad de unión y creatividad ha salvado al planeta. Ahora, recuerden: siempre que trabajen en equipo y usen su ingenio, pueden lograr cualquier cosa".

Y así, con el corazón lleno de alegría, los tres amigos regresaron al parque, sabiendo que no sólo habían salvado la Tierra, sino que habían aprendido la importancia del trabajo en equipo y la amistad.

Desde entonces, cada vez que miraban hacia el cielo en busca de aventuras, sonreían pensando en su valentía y creatividad. Aquella fue una misión que nunca olvidarían.

FIN.

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