Samy y el Espejo Mágico de Alegría


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Alegría, una niña llamada Samy. Samy era muy especial, tenía el cabello rizado como el sol y los ojos brillantes como las estrellas.

Pero a pesar de su belleza, Samy no se sentía feliz consigo misma. Un día, mientras caminaba por el bosque cercano a su casa, se encontró con una hada madrina que le dijo: "Samy, para ser verdaderamente feliz tienes que aprender a amarte a ti misma".

Samy estaba confundida, ¿cómo podía aprender a amarse ella misma? La hada madrina le dio a Samy un espejo mágico y le dijo que cada vez que se mirara en él, debía decirse palabras amables y positivas.

Al principio le costó trabajo, pero poco a poco Samy fue aprendiendo a valorarse y quererse tal como era. Un día, mientras paseaba por el pueblo, escuchó unas risas burlonas provenientes de un grupo de niños.

Ellos se estaban riendo de sus rizos y de sus pecas. Samy sintió tristeza en su corazón, pero recordó las palabras de su hada madrina y decidió no dejarse afectar por las malas palabras de los demás.

"Mis rizos son hermosos como los rayos del sol y mis pecas son únicas como las estrellas en el cielo", se repetía Samy mirándose en su espejo mágico. Poco a poco, los comentarios negativos de los demás ya no le afectaban tanto a Samy.

Se sentía fuerte y segura de sí misma gracias al amor que había aprendido a darse. Un día, la princesa del reino vecino organizó un concurso de talentos y todos los niños del pueblo estaban invitados.

Samy decidió participar cantando una canción que había compuesto ella misma sobre la importancia de quererse tal como uno es. Cuando llegó su turno sobre el escenario, todos la miraban expectantes.

Con seguridad y alegría en el corazón comenzó a cantar:"Yo soy valiente, yo soy especial, me quiero muchotal como soy real. Mis rizos brillan, mis pecas también, soy únicacomo todas ustedes ven. "Al terminar la canción, el público estalló en aplausos y ovaciones.

La princesa quedó impresionada por la valentía y autoestima de Samy e incluso le ofreció grabar un disco con sus canciones. Desde ese día en adelante, Samy siguió siendo una niña feliz pero sobre todo orgullosa de sí misma.

Aprendió que lo más importante era amarse a uno mismo antes que buscar la aceptación o validación externa. Y colorín colorado este cuento ha enseñado que aprender a amarse uno mismo es el primer paso para ser verdaderamente felices.

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