Sancho y la Fiesta de las Vocales



En un rincón del cielo, un globo morado llamado Sancho disfrutaba volando entre nubes. Siempre con sus deportivas azules, soñaba con aventuras que lo llevaran a conocer nuevos lugares. Un día, de repente, se dejó llevar por una ráfaga de viento que lo llevó hasta un lugar peculiar: la Aldea Lengua, donde habitaban las vocales.

Al aterrizar, Sancho se encontró en un pueblo colorido, donde casas en forma de letras adornaban el paisaje. Mientras miraba a su alrededor, un simpático personaje se acercó. Era el alcalde de la aldea, el señor Interrogación, que lo miraba con curiosidad.

"¡Hola! Soy el señor Interrogación. Bienvenido a la Aldea Lengua, donde cada vocal tiene una personalidad única. ¿Te gustaría conocerlas?"

"¡Hola, señor Interrogación! Me encantaría conocerlas. Soy Sancho, un globo morado."

El alcalde sonrió ampliamente y llevó a Sancho de la mano. Su primera parada fue en la casa de la letra 'A', que era muy extrovertida.

"¡Hola! Soy la A. Me encanta bailar y hacer que todos canten. ¿Te gustaría que te muestre un baile?"

Sancho, emocionado, se unió al baile de la letra A. Mientras bailaban, la letra E se asomó curiosa.

"¿Bailando? ¡Yo también quiero! ¡Soy la E, siempre estoy en todas las canciones!"

"¡Ven, E! ¡Bailá con nosotros!" exclamó Sancho.

Después de un rato, la fiesta de baile finalizó, pero Sancho estaba ansioso por conocer más. Así que siguieron con su recorrido. El siguiente encuentro fue con la letra I, que era muy serena.

"Hola, soy la I. Me gusta la calma y la meditación. ¿Te gustaría un momento de tranquilidad?"

Sancho nunca había meditado, pero decidió intentarlo. Se sentó con la I y respiró profundamente. Fue un momento agradable y pacífico. Luego, la letra O apareció dando saltitos.

"¡Hola! Soy la O. ¡Me encanta jugar! ¿Jugamos a algo divertido?"

Jugaron juntos en el parque, lanzando una pelota. Finalmente, llegó la letra U, que era muy aventurera.

"¡Hola! Soy la U. Te invito a hacer una aventura. Vamos a explorar el bosque encantado de la aldea."

Sancho miró al alcalde, quien asintió con un guiño. Todos se adentraron en el bosque, donde encontraron un arroyo brillante y árboles con hojas de colores vibrantes. Sancho nunca había visto nada igual.

"¡Esto es increíble!" exclamó Sancho.

"Sí, es la magia de la lengua. Cada letra tiene su propio encanto," dijo el señor Interrogación con una sonrisa.

Después de tantas aventuras, llegó el momento de despedirse. Sancho sintió una mezcla de tristeza y alegría. Había hecho nuevos amigos y vivido valiosas experiencias en la Aldea Lengua.

"Gracias por todo, amigos. Nunca olvidaré esta visita. Pero tengo que regresar a mi hogar."

Las vocales se entristecieron, pero querían que él recordara siempre su inolvidable tiempo juntos.

"¡Hagamos una fiesta de despedida!" propuso la letra A.

Todos se unieron a la celebración, decorando la plaza con globos, guirnaldas de palabras y muchas risas. Había baile, juegos y deliciosa comida hecha con letras: pasteles de chocolate A, empanadas de E, helados de I, y mucho más.

"¡Este fue el mejor día de mi vida!" gritó Sancho mientras bailaba con todos.

A medida que llegaba la noche, Sancho miró al brillante cielo estrellado y se sintió agradecido por las nuevas amistades que había hecho. Sabía que siempre llevaría un pedacito de la Aldea Lengua en su corazón.

"¡Nunca me olvidaré de ustedes! Nos volveremos a ver algún día, lo prometo."

"Te estaremos esperando, Sancho!" respondieron las vocales al unísono.

Así, con su corazón lleno de alegría y recuerdos frescos, Sancho se despidió, volando de regreso hacia su hogar, y con cada brisa que enfrentaba, llevaba consigo las lecciones de amistad y diversión que nunca olvidaría. Sancho había aprendido que la aventura puede encontrarse donde menos lo esperas, y que cada día es una oportunidad para hacer nuevos amigos.

Desde entonces, cada vez que el viento soplaba, Sancho sonreía, recordando las risas del Aldea Lengua y de sus amigos, las vocales.

FIN.

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