Sandra, la curiosa chismosa
En un pequeño pueblo de la campiña vivía Sandra, una mujer encantadora, curiosa pero chismosa. Sandra disfrutaba de pasear por las calles del pueblo, saludar a todos y estar al tanto de todo lo que sucedía.
Un día, mientras paseaba, escuchó un murmullo intrigante cerca del mercado. Decidió acercarse y descubrió que algo misterioso estaba sucediendo con las frutas y verduras que se vendían. Con su curiosidad y afán chismoso, Sandra se propuso descubrir la verdad.
Comenzó a hablar con los comerciantes y a escuchar sus historias, pero pronto se dio cuenta de que algunos no querían revelarle la verdad. Sin embargo, su encanto y su amabilidad lograron que poco a poco le fueran contando lo que sucedía.
Descubrió que una planta mágica había crecido en el huerto y estaba bendiciendo las frutas y verduras, dándoles un sabor increíble. La noticia se difundió rápidamente por el pueblo, pero Sandra se dio cuenta de que algo no estaba bien.
La gente comenzó a llegar en grandes cantidades al mercado, causando desorden y aglomeraciones. Preocupada por la seguridad de todos, Sandra decidió hablar con el alcalde y buscar una solución.
Luego de muchas conversaciones, se organizó un sistema para distribuir las frutas y verduras de manera equitativa. Sandra aprendió que su curiosidad y su afán chismoso podían ser valiosos, pero también entendió la importancia de actuar con responsabilidad cuando se descubren secretos.
Al final, el pueblo pudo disfrutar de las maravillosas frutas y verduras mágicas, con orden y armonía. Sandra se convirtió en un ejemplo de cómo la curiosidad bien dirigida puede traer beneficios a todos.
FIN.