Santi y el Autito Volador



Érase una vez en un mundo lleno de dinosaurios, un pequeño dinosaurio llamado Santi que soñaba con explorar el mundo en su autito rojo brillante. Santi era muy curioso y siempre quería descubrir cosas nuevas. Un día, decidió que era hora de una gran aventura.

"¡Hoy es el día! A explorar se ha dicho", dijo Santi entusiasmado mientras subía a su autito.

Santi encendió el motor y comenzó a dar vueltas por la selva, saludando a sus amigos en el camino. Vio a su amiga Lulú, la brontosaurio, que estaba comiendo hojas.

"¡Hola, Lulú! ¡Voy a la montaña! ¿Quieres venir conmigo?",

"No, gracias, Santi. Prefiero quedarme aquí comiendo", respondió Lulú sonriendo.

Santi siguió su camino, sintiéndose valiente. Pasó por ríos y altas colinas. Pero en su zancada rápida, no se dio cuenta de que había un volcan cercano que estaba a punto de entrar en erupción. Mientras se acercaba, escuchó un estruendo.

"¿Qué fue eso?", se preguntó Santi mirando hacia arriba.

Santi se asustó un poco, pero su curiosidad pudo más y decidió seguir explorando. ¡Quería ver el volcán de cerca! Así que aceleró su autito, pero no pudo evitar que, debido a la sorpresa del estruendo, perdiera el control y ¡se estampó contra una roca!"¡Ay!", gritó Santi mientras su autito se detenía bruscamente.

El volcán ya empezaba a lanzar humo, y Santi sintió que debía actuar rápido. Sabía que otros dinosaurios en la selva estaban en peligro por la erupción.

"¡No puedo quedarme aquí! Tengo que ayudar a mis amigos", dijo Santi.

Con el autito algo dañado, Santi dio marcha atrás y volvió a la selva. En el camino, se encontró con Timo, el triceratops.

"¡Santi! ¿Qué te pasó?" preguntó Timo con preocupación.

"¡El volcán está por erupcionar! Tenemos que avisar a todos!"

Juntos, Santi y Timo corrieron por la selva, gritando para que todos los dinosaurios supieran del peligro.

"¡Atención, atención! ¡El volcán está en erupción! ¡Todos a un lugar seguro!", gritaban.

Los dinosaurios, al escuchar a Santi y Timo, comenzaron a moverse rápidamente. Cada uno hizo su parte: los más grandes ayudaron a los más pequeños, y todos juntos formaron una gran fila hacia la zona segura.

Pero cuando Santi miró hacia atrás, se dio cuenta de que su autito había quedado atrapado cerca del volcán.

"No puedo dejar mi autito así, es mi amigo también", dijo Santi mientras miraba el humo ascender.

Timo lo miró preocupado.

"¿Es una buena idea? Podrías ponerte en peligro."

Santi sonrió con determinación.

"No dejaré a nadie atrás. ¡Voy a rescatarlo!"

Santi corrió de vuelta al autito mientras el volcán hacía un estruendo cada vez más fuerte. Saltó y esquivó algunas piedras hasta llegar a su querido autito.

"¡Vamos, amigo! ¡No te dejaré aquí!", gritó Santi mientras empezaba a empujar el autito hacia la selva.

Justo en ese momento, un chorro de lava salió del volcán, y Santi se dio cuenta de que no tenía tiempo que perder. Usando todas sus fuerzas y la ayuda de un par de amigos que llegaron a tiempo, lograron empujar el autito hacia la seguridad.

Finalmente, todos llegaron a una colina lejana donde pudieron observar el volcán erupcionar sin peligro.

Santi, cansado pero feliz, miró a su alrededor. Todos los dinosaurios estaban a salvo, y su autito también estaba con él.

"¡Lo hicimos!", exclamó Santi lleno de emoción.

"¡Santi, sos un héroe!", celebró Timo.

A partir de ese día, Santi no solo fue conocido como el dinosaurio aventurero, sino también como el valiente que cuidó de sus amigos y su autito. Aprendió que a veces la curiosidad puede llevar a situaciones inesperadas, pero siempre hay valor en ayudar a los demás.

"¡Aventura segura y buenos amigos, es todo lo que necesito!", dijo Santi mientras encendía de nuevo su auto, listo para la próxima aventura, pero esta vez, con mucho más cuidado y siempre atento a los peligros.

Desde entonces, Santi siguió explorando, pero ahora siempre asegurándose de que sus amigos estuvieran a salvo primero. Y así, el pequeño dinosaurio no solo vivió aventuras emocionantes, sino que también aprendió la importancia de cuidar de quienes ama. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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