Santi y el Gran Juguete Compartido
Había una vez en un barrio alegre, un niño llamado Santi. Santi tenía montones de juguetes: camiones, muñecas, pelotas y hasta un dron. Todos los días, su casa estaba llena de risas y juegos, pero había un pequeño problema: Santi no le gustaba compartir sus juguetes.
Un día, sus amigos decidieron invitarlo a jugar al parque. Cuando llegaron al parque, todos estaban muy emocionados y empezaron a sacar sus juguetes para jugar juntos.
"¡Mirá, Santi!" - dijo Tomás, mostrando su nueva pelota "¡Vamos a jugar al fútbol!"
"No quiero. Es mi pelota y no quiero que nadie la toque." - respondió Santi, frunciendo el ceño.
Los amigos se miraron entristecidos. Santi no se daba cuenta de que al no compartir, se perdía de un montón de diversión. Entonces, una de sus amigas, Valentina, tuvo una idea.
"Santi, ¿y si hacemos una lista de juegos? Podríamos alternar qué juguetes usamos. Así todos podemos jugar y divertirnos juntos." - sugirió Valentina.
Santi miró la lista con desconfianza. Pensó por un momento y luego contestó:
"Pero, ¿y si estrenan los juguetes?" - preguntó un poco angustiado.
Valentina sonrió y le respondió:
"No hay problema, Santi. Al jugar juntos, nuestros juguetes no se dañan. Es como cuando compartimos una golosina, ¡todas disfrutamos más!"
Con un suspiro, Santi aceptó la propuesta. Entonces, los amigos comenzaron a jugar turnándose entre ellos. Un rato más tarde, Valentina propuso un nuevo juego.
"¡Ahora hagamos una carrera con los camiones!" - dijo emocionada.
"Yo tengo un camión gigante, ¡es el mejor!" - interrumpió Santi, entusiasmado.
Al escuchar eso, Tomás dijo:
"¿Podemos usarlo también, Santi? Así hacemos una carrera más divertida."
"Bueno… de acuerdo. ¡Pero solo para la carrera!" - Santi se mostró un poco titubeante.
Cuando comenzó la carrera, todos estaban disfrutando mucho y al final, ¡Santi ganó! Todos aplaudieron llenos de alegría. Santi se dio cuenta de que a pesar de haber compartido su camión, seguía siendo el ganador.
Más tarde, los amigos decidieron hacer una pausa y compartir un jugo. Santi veía cómo se estaban divirtiendo al contar sus anécdotas.
"¡Me encantó cuando hiciste girar tu dron!" - dijo Valentina.
"Sí, es muy divertido... ¿podemos volarlo juntos?" - preguntó Tomás.
Santi dudó un momento, pero recordó cómo había sido divertido jugar al camión, así que decidió probarlo.
"Está bien, pero que todos sigamos las reglas para cuidarlo." - les dijo, ya sintiéndose un poco más seguro.
Cuando el dron despegó, todos gritaban de alegría y admiración. Gracias a la ayuda de sus amigos, Santi tuvo la oportunidad de ver lo divertido que puede ser compartir. Comenzó a reír y a sentir una felicidad que nunca había experimentado antes.
Al final del día, Santi miró a sus amigos con una gran sonrisa y les dijo:
"Chicos, gracias por ayudarme a jugar mejor. Ahora entiendo que compartir puede ser muy divertido!"
Los demás amigos sonrieron satisfechos y le respondieron:
"¡Nos alegra que al final decidiste compartir tus juguetes, Santi!"
Desde ese día, Santi aprendió a compartir sus cosas con más facilidad, y cada vez que veía a sus amigos, se acordaba de lo divertido que era jugar juntos. Y así, en el barrio alegre, las risas y los juegos nunca faltaron, porque Santi se convirtió en un gran compañero de juegos gracias al poder de compartir.
FIN.