Santiago y el desafío de las nueces


Había una vez un pequeño ratoncito llamado Santiago que vivía en un hermoso bosque lleno de árboles y animales. Santiago era muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras.

Un día, mientras exploraba el bosque, Santiago encontró un gran árbol con deliciosas nueces colgando de sus ramas. Estaba tan emocionado que decidió trepar hasta la cima para poder disfrutarlas. Pero a medida que subía, las ramas se volvían más delgadas y resbaladizas.

Santiago intentó una y otra vez agarrarse de las ramas, pero cada vez que lo hacía, se caía al suelo. Se sentía frustrado porque no podía alcanzar las nueces. Justo cuando estaba a punto de rendirse, apareció Lucas, un sabio búho del bosque.

Lucas había estado observando la lucha de Santiago desde su nido en lo alto del árbol. "Hola, pequeño ratón", dijo Lucas amablemente. "He notado que estás teniendo dificultades para llegar a esas nueces". "Sí", respondió Santiago con tristeza.

"No importa cuánto lo intente, siempre me caigo". Lucas sonrió comprensivamente y le dijo: "La clave está en no rendirse nunca ante la frustración. A veces tenemos que intentarlo muchas veces antes de lograr nuestro objetivo".

Santiago se sintió inspirado por las palabras del sabio búho y decidió darle una última oportunidad a su misión nuecera. Con determinación renovada, Santiago comenzó a trepar nuevamente el árbol paso a paso con mucho cuidado.

Cada vez que se resbalaba, volvía a intentarlo sin rendirse. Después de muchos intentos y algunos pequeños golpes en el proceso, Santiago finalmente llegó a la cima del árbol y pudo disfrutar de las deliciosas nueces.

Estaba lleno de alegría y orgullo por no haberse rendido. Lucas descendió suavemente desde su nido y felicitó a Santiago por su perseverancia. Le dijo: "Has demostrado una gran tolerancia a la frustración, querido ratoncito. Esa es una cualidad muy valiosa".

Santiago sonrió y le dio las gracias a Lucas por sus palabras sabias. Desde ese día en adelante, cada vez que enfrentaba un desafío o se sentía frustrado, recordaba la importancia de seguir intentándolo una y otra vez.

El pequeño ratoncito aprendió que la vida está llena de obstáculos, pero con paciencia y determinación, siempre hay una forma de superarlos. Y así, Santiago siguió explorando el bosque con valentía y nunca dejó que la frustración lo detuviera en su búsqueda de nuevas aventuras.

Y colorín colorado, este cuento sobre la tolerancia a la frustración ha terminado.

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