Santino y el Viaje Estelar



Era una noche estrellada en la ciudad de Buenos Aires y Santino, un niño curioso de diez años, se encontraba en su jardín mirando las estrellas con su catalejos. Desde pequeño había soñado con ser astronauta y visitar otros planetas. Esa noche, mientras observaba el cielo, notó algo inusual.

"¡Mirá eso!" exclamó Santino, apuntando con su catalejos. En el cielo había una luz brillante que se movía de manera extraña, zigzagueando y cambiando de color rápidamente.

Sin poder contener su emoción, Santino corrió hacia su hermana Sofía.

"- ¡Sofi, vení! ¡Estás por perderte uno de los momentos más increíbles de la historia!"

"- ¿Qué pasó, Santino?" preguntó Sofía, no muy convencida.

"- ¡Es un OVNI! ¡Estoy seguro!" contestó Santino, agitando el catalejos.

Sofía miró al cielo y se quedó boquiabierta. "- ¿De verdad crees que hay extraterrestres ahí arriba?"

"- ¡Claro! ¿Y qué tal si vienen a saludarnos? ¡Vamos a hacer un cartel!" propuso Santino, entusiasmado.

Se pusieron a hacer un cartel de cartón que decía: "¡Hola, amigos del espacio!" y lo decoraron con dibujos de planetas y cohetes. Con el cartel listo, Santino y Sofía salieron al medio del jardín y comenzaron a ondearlo hacia el cielo.

“- ¡Mirá, ahí viene otra vez! ” gritó Santino, apuntando al objeto brillante que estaba descendiendo lentamente hacia ellos, llenando el jardín de luces de colores.

De repente, un destello iluminó el jardín y un suave sonido llenó el aire, como el murmullo de una brisa cálida.

- “- No puedo creer lo que está pasando. ¿Y si son extraterrestres de verdad? ” dijo Sofía con una mezcla de emoción y miedo.

- “- ¡No tengas miedo, Sofi! Ellos son nuestros amigos. ¡Seguro vienen a conocernos! ”

A medida que la luz se acercaba, un pequeño objeto metálico aterrizó en el jardín. Santino se acercó lentamente, con el corazón a mil por hora, y cuando se asomó a la puerta, vio que de la nave salió un ser pequeño, de color verde brillante y ojos enormes.

– “¡Hola, humanos! ” dijo el ser con una voz melodiosa.

– “- ¡Hola! ” respondieron Santino y Sofía al unísono, sorprendidos y emocionados.

– “- Soy Zog, del planeta Fleron. Venimos en son de paz.”

Santino no podía creerlo. “- ¿Por qué vinieron aquí? ”

– “- Escuchamos que en la Tierra hay seres curiosos que quieren explorar el universo, así que decidimos venir a conocerte y aprender sobre tu planeta.”

Santino sonrió de oreja a oreja. “- ¡Es increíble! ¡Me encanta aprender sobre las estrellas y los planetas! Pero, ¿cómo es Fleron? ”

Zog explicó a los niños que su planeta estaba lleno de colores vibrantes, plantas que brillaban en la oscuridad y criaturas maravillosas.

Sofía, intrigada, preguntó: “- ¿Y los niños de Fleron? ¿También les gusta jugar? ”

– “- ¡Sí! Jugamos a volar y a saltar entre las nubes. A veces, hacemos competencias para ver quién puede contar más estrellas! ”

Ambos niños quedaron maravillados y comenzaron a hacerse preguntas.

– “- ¿Podemos aprender algo de ustedes? ¿Cómo podemos cuidar mejor nuestro planeta? ” insistió Santino.

Zog sonrió y dijo: “- La amistad y el cuidado del medio ambiente son importantes en Fleron. Siempre reciclamos, plantamos árboles y ayudamos a nuestros vecinos. Tal vez ustedes puedan hacer eso también.”

Y así, mientras conversaban, Santino y Sofía aprendieron que ser curiosos y cuidar el lugar donde viven es esencial para el futuro de su planeta.

Zog se despidió, prometiendo volver algún día. Con un destello, la nave se elevó de nuevo, dejando a los niños boquiabiertos.

Sofía miró a Santino y dijo: “- ¡Tenemos que hacer algo! Consigamos a nuestros amigos y comencemos un club para cuidar nuestro planeta.”

– “- ¡Sí! ¡El Club de Amigos del Planeta! ¡Podemos hacer carteles y hablar en la escuela! ”

Y así, Santino y Sofía se pusieron a trabajar. Pronto, sus amigos se unieron y comenzaron a organizar actividades para reciclar, plantar árboles y aprender más sobre el espacio.

El encuentro con Zog se convirtió en una aventura inolvidable que los inspiró a ser mejores cuidadores de su tierra. Todos los días miraban al cielo, esperando que en alguna ocasión, Zog regresara para compartir más de su mundo maravilloso.

Y aunque no volvió esa noche, el deseo de explorar y cuidar el planeta seguía vivo en sus corazones, recordándoles que el universo siempre tiene mucho más que ofrecer, solo hay que tener curiosidad y ser buenos guardianes del lugar donde vivimos.

FIN.

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