Sapo y sus emociones en el jardín



En un hermoso día de sol, el sapo Juan y la libélula Lyna decidieron jugar a las escondidas en el jardín.

Mientras se divertían buscando el mejor lugar para ocultarse, se les unió la mosca Nina, quien venía acompañada de unas cuantas amigas abejas. - ¡Hola amigos! ¿Puedo jugar con ustedes? - preguntó contenta la mosca. - ¡Claro que sí! Será genial tener más compañía - respondió Lyna emocionada.

Las abejas zumbaban alegremente mientras preparaban todo para jugar a la mancha. El sapo Juan saltaba de hoja en hoja con gran destreza, mostrando su agilidad y velocidad. Sin embargo, cuando tocó el piso, Nina le dijo:- No hay piso, Juan. Tienes que seguir saltando.

El sapito se enfadó mucho por esa regla tan extraña y decidió marcharse molesto sin decir nada más. Lyna y las abejas quedaron sorprendidas por su reacción pero no podían hacer nada para detenerlo.

Tristes por la partida de su amigo, decidieron buscar una forma de animarlo y enseñarle una valiosa lección sobre la importancia de ser amable y respetuoso con los demás. Las abejas pensaron en pedir ayuda al sabio búho del bosque.

Después de contarle lo sucedido al búho sabio, este les dio un consejo muy especial:- A veces nos enfadamos porque las cosas no salen como esperamos o porque no entendemos las reglas del juego.

Pero lo importante es aprender a controlar nuestras emociones y buscar soluciones pacíficas. Lyna y las abejas siguieron el consejo del búho sabio y decidieron organizar un juego especial para Juan. Prepararon una pista de obstáculos donde podía saltar, nadar y trepar árboles sin preocuparse por tocar el piso.

Además, cada vez que terminaba un desafío, le daban una estrella dorada como premio. - ¡Juan! ¡Ven a jugar con nosotros! Tenemos algo muy divertido preparado para ti - lo llamó Lyna con entusiasmo.

El sapo se sorprendió al ver la dedicación de sus amigos por hacerlo sentir mejor. Decidió darles una oportunidad y comenzó a disfrutar del nuevo juego. Cada vez que superaba un reto, su emoción crecía al recibir una nueva estrella dorada.

Al finalizar el juego, Juan tenía muchas estrellas doradas en su bolsillo.

Se dio cuenta de que no importaba si había o no piso en el juego anterior, lo importante era compartir momentos especiales con sus amigos y aprender a controlar sus emociones cuando las cosas no salían como él esperaba. Desde ese día, el sapo Juan aprendió a ser más amable y respetuoso con los demás.

Valoró la importancia de la amistad y entendió que todos podemos cometer errores pero siempre hay espacio para aprender y crecer juntos. Y así, entre risas y juegos, Juan, Lyna, Nina y las abejas se convirtieron en grandes amigos inseparables.

Juntos exploraron nuevos lugares del jardín, descubrieron aventuras emocionantes e inspiraron a otros animales del bosque a ser amables unos con otros. Fin.

FIN.

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