Sapos en busca de la lección perdida
Jeremías y Lautaro estaban muy emocionados de salir al bosque a explorar. Habían preparado su mochila con todo lo necesario para pasar un día divertido en la naturaleza.
Sin embargo, nunca se imaginaron que se encontrarían con una bruja llamada Cachivache. - ¡Hola chicos! -dijo la bruja con una sonrisa malvada-. ¿Qué hacen por aquí? - Estamos explorando el bosque -respondió Jeremías nervioso. - ¡Qué aburrido! Yo prefiero hacer magia -dijo Cachivache mientras sacaba su barita mágica.
De repente, sin previo aviso, la bruja apuntó su barita hacia los niños y los convirtió en sapo. - ¡No puede ser! ¿Qué nos has hecho? -gritó Lautaro desesperado.
Cachivache rió malvadamente y les dijo:- No se preocupen, solo deben aprender una lección importante antes de volver a ser humanos. Deben valorar lo que tienen y no darlo por sentado. Ahora vivirán como sapos hasta que aprendan esa valiosa lección.
Los días pasaron y Jeremías y Lautaro intentaron adaptarse a su nueva vida como sapos. Aprendieron a saltar entre las hojas secas del bosque, buscar insectos para comer y protegerse de los peligros del bosque. Pero pronto descubrieron que extrañaban mucho su vida humana.
Un día, mientras saltaban sobre las rocas junto al río, escucharon a unos niños jugando cerca de allí. Los sapos se acercaron sigilosamente para observarlos cuando uno de los niños vio a Jeremías y Lautaro.
- ¡Mira un sapo! -dijo el niño con entusiasmo mientras se acercaba para atraparlos. Jeremías y Lautaro saltaron rápidamente para escapar, pero uno de ellos quedó atrapado en las manos del niño.
El sapo que había sido capturado comenzó a hablarle al niño:- Por favor, déjame ir. Soy un niño como tú, solo que estoy aprendiendo una valiosa lección. El niño se sorprendió al escuchar la voz del sapo y lo dejó libre inmediatamente.
Los niños observaron asombrados cómo los sapos volvían a su forma humana ante sus ojos. Jeremías y Lautaro se abrazaron emocionados mientras les explicaban a los niños lo que había sucedido.
Desde ese día, valoraron cada momento de sus vidas humanas y nunca olvidaron la lección que habían aprendido gracias a Cachivache. La bruja, al ver que los niños habían aprendido la lección, decidió revertir su hechizo y dejarlos volver a ser humanos permanentemente.
Y así fue como Jeremías y Lautaro vivieron felices para siempre, recordando siempre la importancia de valorar lo que tienen en la vida.
FIN.