Sapos valientes en el bosque


Había una vez una familia de sapos que vivía en un hermoso estanque en medio del bosque. Los sapos eran muy unidos y les encantaba hacer todo juntos.

Un día, la mamá sapo tuvo una genial idea: ¡organizar un picnic en el bosque!"¡Familia!", gritó la mamá sapo emocionada, "¿qué les parece si nos vamos de picnic al prado del otro lado del río?"Los pequeños sapos saltaron de alegría y asintieron emocionados.

Rápidamente, prepararon una canasta con bocadillos de moscas, gusanos y hojas frescas. "¡Vamos a pasarlo genial!", exclamó el papá sapo mientras cargaba la canasta en su espalda. La familia de sapos se puso en marcha hacia el prado.

Cruzaron el río saltando de piedra en piedra y cantando canciones alegres. El sol brillaba en lo alto y los pájaros acompañaban con su trino. Sin embargo, cuando llegaron al prado, se dieron cuenta de que no estaban solos.

Una bandada de cuervos había invadido el lugar y estaba causando estragos. "¡Oh no! ¿Qué haremos ahora?", exclamó la mamá sapo preocupada.

Los cuervos eran grandes y amenazantes, pero los sapos no se iban a dar por vencidos tan fácilmente. Decidieron formar un plan para ahuyentar a los intrusos y poder disfrutar de su picnic en paz.

El papá sapo propuso distraer a los cuervos mientras la mamá sapo escondía la canasta con comida detrás de unos arbustos. Los pequeños sapos debían buscar ramas secas para hacer fuego y asustar a los cuervos con humo.

El plan comenzó a ejecutarse: los pequeños sapos corrían por ramitas secas mientras los padres hacían señas para llamar la atención de los cuervos. "¡Rápido! ¡Más fuego!", gritaba el papá sapo desde lejos. Finalmente, lograron encender una fogata improvisada que produjo mucho humo negro.

Los cuervos, asustados por el humo, salieron volando despavoridos dejando libre el prado para la familia de sapos. "Lo logramos", dijo orgullosa la mamá sapo abrazando a sus hijos. Después de esa aventura, pudieron disfrutar tranquilamente su picnic bajo el sol radiante del bosque.

Comieron hasta saciarse, jugaron entre las flores silvestres y contaron historias divertidas hasta que llegó la hora de regresar al estanque antes del anochecer.

Al final del día, mientras caminaban de regreso a casa, la familia de sapos se sentía feliz y más unida que nunca después de haber superado juntos aquel desafío inesperado en su día de picnic. Aprendieron que trabajando en equipo podían enfrentar cualquier obstáculo que se presentara en su camino.

Y así terminó este maravilloso día lleno de aprendizajes y diversión para esta entrañable familia ribereña.

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