Sapote y el Monstruo de Piedras



En un hermoso bosque lleno de colores y sonidos, vivía un sapo llamado Sapote. Era un sapo muy curioso y le encantaba explorar su hogar, saltando de hoja en hoja y croando alegremente. Un día soleado, mientras Sapote disfrutaba de su paseo, se encontró con algo inesperado. Un monstruo gigante apareció entre los árboles, haciendo temblar el suelo con cada paso.

"¡¿Quién es el valiente que se atreve a pasear por aquí? !" - rugió el monstruo, mostrando su enorme sonrisa llena de dientes afilados.

Sapote se quedó paralizado y, de repente, el monstruo comenzó a arrojarle piedras.

"¡Sálvate, Sapote!" - gritó un pequeño pájaro que pasaba volando.

Sapote reaccionó rápido y comenzó a saltar ágilmente, esquivando las piedras una tras otra. Una vez, dos veces, tres veces...

"¡Esto no puede seguir así!" - pensó Sapote mientras esquivaba.

El monstruo seguía lanzando piedras sin parar, y aunque Sapote saltaba, sentía que la diversión del bosque se estaba convirtiendo en un verdadero desafío. En un momento de inspiración, Sapote decidió que no podía permitir que el monstruo siguiera arruinando la paz de su hogar.

"¡Espera!" - gritó Sapote con todas sus fuerzas. "¿Por qué tiras piedras en lugar de jugar? ¡Podemos divertirnos juntos!"

El monstruo se detuvo, sorprendido por el pequeño sapo que le hablaba.

"¿Jugar?" - el monstruo frunció el ceño. "Desde que llegué a este bosque, todos me tienen miedo y se esconden. No tengo amigos, así que pensé que jugar de este modo sería divertido."

Sapote miró al monstruo a los ojos y, después de un momento de reflexión, tuvo una idea.

"Podemos jugar a las escondidas, ¡pero no tirando piedras!" - propuso Sapote alegremente.

El monstruo parpadeó, sin comprender del todo. "¿Escondidas?" - preguntó, curioso.

"Sí. Uno cuenta y los demás se esconden. Si me encuentras, yo ganaré y si no, te toca volver a contar" - explicó Sapote mientras movía sus largas patas.

El monstruo asintió lentamente, y con un gran rabo de felicidad, dijo:

"¡Está bien, me parece divertido!"

Así, el monstruo comenzó a contar mientras Sapote y otros animales del bosque se escondían. Al principio, el monstruo tenía un poco de dificultad para encontrar a todos, pero a medida que avanzaba el juego, la tensión se relajó y comenzaron a reír juntos. Una vez que el monstruo encontró a Sapote, todos se unieron al juego, riendo y disfrutando del nuevo amistoso ambiente.

Día tras día, el monstruo y Sapote se hicieron grandes amigos. El monstruo dejó de lanzar piedras y, en su lugar, ayudaba a Sapote a alcanzar las hojas más altas de los árboles. El bosque se llenó de risas y alegría, y todos los animales se sintieron felices de ver que el monstruo ya no era una amenaza, sino un gran amigo que podía ayudar a todos en el bosque.

El monstruo aprendió que la amistad y el juego sincero eran mucho más divertidos que asustar a los demás, y Sapote se sintió orgulloso de haber tenido el coraje de hablar con él. Todos juntos hicieron un pacto de proteger el bosque y vivir en paz, disfrutando de sus aventuras cotidianas.

Y así, en aquel maravilloso bosque, Sapote, el sapo valiente, y el gigantesco monstruo, que ahora era dulce y amigable, jugaron y aprendieron que la verdadera diversión está en la amistad y en hacer del espacio que habitamos un lugar feliz para todos.

FIN.

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