Sara, la valiente chihuahua que salvó el día



Había una vez en un tranquilo barrio de Buenos Aires, dos amigos inseparables: Lola y Luis. Ambos compartían algo muy especial: un pequeño y travieso chihuahua llamado Sara. A pesar de su tamaño diminuto, Sara tenía un gran carácter, o mejor dicho, ¡una gran personalidad! La gente la describía como "la perra mordedora" porque, literalmente, no podía evitar morder a quienes se acercaban demasiado.

"¡Sara! Deja de morder!" - se quejaba Lola mientras correteaba detrás de ella.

"Sí, aunque sea una chiquita, tiene una gran bocota, ¡mirá que me dejaste marcas!" - decía Luis entre risas, mostrando su brazo lleno de mordisquitos.

A pesar de su comportamiento algo agresivo, tanto Lola como Luis adoraban a Sara. La consideraban una heroína en su propia manera, aunque a veces les daba vergüenza presentarla a otros.

Un día, mientras paseaban por el parque, algo extraño sucedió. Sara comenzó a ladrar de forma frenética.

"¿Qué le pasa a Sara?" - preguntó Lola, observando cómo la chihuahua corría en círculos.

"No sé, parece que vio algo raro. Vamos a seguirla," - respondió Luis.

Siguiendo a su fiel perra, llegaron a un rincón del parque donde había un gran grupo de niños jugando. Sin embargo, uno de esos niños había caído al suelo y no podía levantarse. Todos los demás estaban tan concentrados en el juego que no se habían dado cuenta.

"¡Sara! ¿Qué haces?" - gritó Lola mientras la chihuahua se acercaba al niño, comenzando a mordisquearle los zapatos.

"¿Sería posible que Sara esté tratando de llamar la atención?" - sugirió Luis.

Sara, con su prisa y valentía, sorprendió a todos cuando le ladró fuerte.

"¡Guau, guau!" - ladró, mirando fijamente al niño.

"¡Miren! ¡Sara está intentando ayudarlos!" - exclamó Lola.

Los niños finalmente notaron que su amigo estaba en problemas y corrieron hacia él.

"¿Estás bien? ¡Qué bronca! ¡No te vi caer!" - dijo uno de los chicos al niño caído.

"Sí… solo me rasguñé un poco," - respondió el niño, levantándose con un poco de ayuda.

Todos miraron a Sara, quien se acomodó tranquila, como si supiera que había hecho su trabajo. Todos empezaron a reírse y a acariciarla.

"¡Sara es nuestra heroína!" - proclamó uno de los niños.

"Sí, ¡aunque muerda a veces!" - dijo Luis, sonriendo.

"Tal vez no debería morder tanto, pero hoy nos salvó a todos!" - añadió Lola.

Desde ese día, algo cambió en la vida de Sara. Aunque seguía mordiendo cuando le parecía que alguien se acercaba demasiado, los niños del barrio comenzaron a entenderla. Se dieron cuenta de que Sara en realidad solo estaba protegiendo su espacio y algunas veces, ¡lo hacía de una forma muy graciosa!

Lola y Luis comenzaron a enseñarles a los demás cómo acercarse a Sara con calma y suavidad. Así, los niños aprendieron a jugar con la valiente chihuahua sin asustarla.

"Mirá, podés darle una galletita, eso la calma," - les decía Luis, mientras mostraba cómo acariciar a Sara.

"¡Sí! Y no hay que correr hacia ella, porque si no, se siente amenazada!" - aclaró Lola.

Con el tiempo, Sara se convirtió en la mascota del barrio. Su fama como "la chihuahua mordedora que salvó el día" la hizo muy querida. Había aprendido a confiar en los niños, y aunque a veces seguía mordiendo un poco, ahora lo hacía de manera juguetona.

Así, la pequeña Sara enseñó a todos a ser pacientes, a conocer y respetar los límites de los demás, y a valorarse a sí mismo. Patrón que, sin duda, salvaría mucho más que un día en el parque, ¡salvaría la amistad y la alegría en el barrio!

FIN.

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