Sara y la caja mágica de emociones



En un pequeño bosque, vivía una ardilla llamada Sara que tenía una caja mágica de emociones. Cada vez que Sara se sentía feliz, su caja brillaba con luces doradas y llenaba el aire de risas.

Cuando estaba triste, la caja emitía suaves notas de piano y la ayudaba a sentirse mejor. Sara adoraba su caja mágica y la llevaba a todas partes. Un día, mientras jugaba con sus amigos conejos, la caja comenzó a brillar intensamente.

- ¡Oh, Sara, qué hermosa caja mágica tienes! - exclamó la conejita Lola. - Sí, es maravillosa. Me ayuda a sentirme bien cuando estoy triste - respondió Sara.

Pero justo en ese momento, un zorro travieso apareció y trató de arrebatarle la caja a Sara. Por suerte, logró escapar y corrió hacia su madriguera. Sin embargo, se dio cuenta de que la caja mágica de emociones había dejado de brillar y las luces doradas se habían apagado. Sara estaba muy triste y preocupada.

No sabía cómo recuperar la magia de su caja. Decidió buscar ayuda, por lo que visitó al sabio búho del bosque.

El búho, con su mirada sabia, le explicó que la verdadera magia estaba dentro de ella misma y que la caja mágica solo reflejaba sus propios sentimientos. Entonces, Sara entendió que la felicidad y la alegría estaban en su interior, y que la caja mágica solo era un recordatorio de eso.

Con esta nueva comprensión, la caja volvió a brillar con luces doradas. Sara se aseguró de cuidar su caja mágica, pero ahora sabía que lo más importante era aprender a manejar sus emociones para encontrar la verdadera felicidad.

Desde ese día, Sara compartía con sus amigos la importancia de valorarse a sí mismos y de encontrar la magia dentro de sus propios corazones.

FIN.

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