Sara y la casa misteriosa



Sara vivía en una casa pintoresca al final de la calle, con un jardín lleno de flores y árboles frondosos. Siempre estaba dispuesta a organizar juegos y travesuras para divertir a todos los chicos del barrio.

Una tarde soleada, Sara reunió a sus amigos en el parque para jugar al escondite. Todos estaban emocionados, pero sabían que no sería un juego común y corriente con Sara involucrada. Ella siempre tenía alguna sorpresa preparada.

"¡Vamos chicos, yo contaré primero! 1, 2, 3... ", gritó Sara mientras cerraba los ojos y comenzaba a contar. Los niños salieron corriendo en todas direcciones, buscando el mejor lugar para esconderse.

Mientras tanto, Sara se preparaba para dar uno de sus famosos sustos. Con sigilo y rapidez se acercó a su amiga Lucía, quien había elegido esconderse detrás de un árbol. De repente, saltó frente a Lucía agitando los brazos y gritando como un fantasma.

Lucía pegó un salto del susto y luego soltó una carcajada al reconocer a su amiga. "¡Sara! ¡Casi me matas del susto!", exclamó Lucía entre risas. "¡Ja ja ja! ¡Era la idea! Ahora vamos por los demás", respondió Sara con una sonrisa pícara.

El juego continuó con más risas y sustos por parte de Sara. Los chicos se divertían tanto que perdieron la noción del tiempo.

Cuando el sol comenzaba a ponerse en el horizonte, decidieron terminar el juego y regresar a sus casas. Mientras caminaban de vuelta por las calles tranquilas del barrio, Sara les propuso una última travesura antes de despedirse por el día.

Había escuchado sobre una antigua casa abandonada en la otra punta del vecindario que supuestamente estaba embrujada. "¿Qué les parece si vamos a investigar esa casa?", propuso Sara con entusiasmo. Los chicos dudaron un momento, pero finalmente aceptaron el desafío impulsados por la curiosidad y la valentía que les infundía su amiga Sara.

Se dirigieron hacia la misteriosa casa mientras el viento soplaba suavemente entre los árboles creando sombras inquietantes en su camino. Al llegar frente a la casa abandonada, todos contuvieron la respiración ante su aspecto lúgubre y descuidado.

Las ventanas rotas dejaban ver solo oscuridad en su interior y las tablas viejas crujían con cada ráfaga de viento que pasaba. "¿Quién quiere entrar primero?", preguntó Sara sin titubear ni un segundo.

Uno tras otro fueron ingresando lentamente guiados por la luz tenue de sus linternas improvisadas con sus celulares. El ambiente era espeluznante pero emocionante al mismo tiempo. Cada rincón parecía esconder secretos ancestrales esperando ser descubiertos.

De repente, escucharon un ruido proveniente del sótano oscuro debajo de ellos. El corazón les latía fuerte mientras intercambiaban miradas nerviosas entre sí. Sin embargo, antes de que pudieran retroceder o salir corriendo asustados... Continuará...

FIN.

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