Sara y la Clase de los Poderes



Sara era una profesora apasionada por enseñar, siempre llena de ilusiones y sueños por compartir con sus alumnos. Una noche, después de un largo día de clases, se quedó dormida en su sillón favorito. De pronto, un suave resplandor la envolvió y, al abrir los ojos, se encontró en un bosque encantado.

- ¿Dónde estoy? - se preguntó, mirando a su alrededor. Los árboles eran altos y majestuosos, y el aire estaba impregnado de un dulce aroma a flores.

Mientras caminaba, comenzó a escuchar risas y voces de niños. Siguiendo los sonidos, llegó a un claro donde se alzaba una pequeña escuela de madera, decorada con colores brillantes. La curiosidad la llevó a acercarse.

Al entrar, se encontró con un grupo de niños que la miraban atentos.

- Bienvenida, profesora Sara - dijo una niña con cabello rizado. - Nos estábamos preguntando cuándo llegarías.

- ¿Yo? ¿Profesora de ustedes? - Sara no podía creerlo. - Pero, ¿quiénes son ustedes?

- Somos los niños de este mundo mágico. Cada uno de nosotros tiene un poder especial - explicó un niño de ojos brillantes. - Yo puedo hacer volar las hojas de los árboles.

- Yo puedo hablar con los animales - agregó una niña que acariciaba a un pequeño zorro.

Sara sintió una mezcla de asombro y emoción. Estos niños tenían habilidades que jamás había imaginado. Pero, al mismo tiempo, se dio cuenta de que necesitaban una guía.

- Entonces, ¿puedo ser su profesora aquí? - preguntó sonriente. Los niños asintieron con entusiasmo.

- ¡Sí! - gritaron al unísono.

Sara se sintió satisfecha. Comenzaron las clases donde enseñó sobre el trabajo en equipo, la creatividad y la importancia de la amistad. Cada niño compartía su poder y aprendían a combinar sus habilidades para crear cosas maravillosas.

Un día, mientras practicaban, una sombra oscura cubrió el cielo. Un enorme dragón apareció volando, causando pánico entre los niños.

- ¡Rápido, usen sus poderes! - pidió Sara, sintiendo que debía liderar con valentía.

Los niños se miraron, dudando de si podrían hacerlo. Pero Sara les dijo:

- Recuerden, juntos somos más fuertes. Cada uno de ustedes tiene algo único que aportar.

Con esas palabras, los niños se unieron, formando un círculo. El niño que podía hacer volar las hojas creó un remolino, la niña que hablaba con los animales pidió ayuda a los pájaros del bosque, y juntos, comenzaron a trabajar en equipo.

Sara sintió orgullo al ver cómo sus alumnos demostraban su creatividad. Finalmente, lograron ahuyentar al dragón, y con esto, descubrieron que sus poderes eran aún más fuertes cuando estaban unidos.

- ¡Lo logramos! - exclamó una niña, saltando de alegría.

- Sí, pero no solo se trata de los poderes, sino de lo que podemos hacer juntos - respondió Sara, sonriendo. - Esto es solo el comienzo.

De repente, toda la mágica experiencia empezó a desvanecerse, y una luz brillante envolvió a Sara. Cuando volvió a abrir los ojos, estaba de nuevo en su sillón. Pero algo había cambiado en ella.

Desde entonces, en su clase del mundo real, empezó a notar que cada niño tenía su propia habilidad especial. Sara entendió que aunque no fueran poderes mágicos, cada uno tenía algo único que ofrecer. Con cada lección, se dedicó a celebrar esas diferencias y motivar a sus alumnos a trabajar juntos.

Y así, los días en la clase de Sara se convirtieron en aventuras llenas de enseñanzas y alegría, mostrando que cuando se unen las habilidades y la amistad, todo es posible.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!