Sarely y el tesoro de la compasión



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, una niña llamada Sarely. Sarely era una niña alegre y curiosa que siempre estaba buscando nuevas aventuras.

Un día, mientras paseaba por el bosque cerca de su casa, se encontró con una mariposa herida en el suelo. "¡Ay, pobrecita mariposa! ¿Qué te pasó?" -exclamó Sarely preocupada. La niña decidió cuidar de la mariposa y llevarla a su casa para curarla.

Con paciencia y cariño, Sarely cuidó de la mariposa día y noche hasta que finalmente se recuperó y pudo volar de nuevo. "¡Mira mamá, la mariposa está volando otra vez! ¡Estoy tan feliz!" -gritó Sarely emocionada.

La mamá de Sarely sonrió orgullosa de su hija y le dijo: "Sarely, has demostrado ser una niña valiente y compasiva. Nunca subestimes el poder que tienes para hacer el bien a los demás".

Animada por el éxito con la mariposa, Sarely decidió ayudar a otros animales del bosque que lo necesitaran. Rescató a un pajarito que había caído de su nido, cuidó a un conejito enfermo y ayudó a construir un refugio para los animalitos durante el invierno.

Un día, mientras exploraba una cueva misteriosa en las afueras del pueblo, Sarely descubrió un tesoro escondido. Pero en lugar de quedárselo para ella sola, decidió compartirlo con todos los habitantes del pueblo.

"¡Chicos, chicos! ¡He encontrado un tesoro en la cueva! Vengan todos conmigo" -llamaba emocionada. El tesoro resultó ser unas antiguas joyas que habían pertenecido a los fundadores del pueblo. Gracias a la generosidad de Sarely, las joyas fueron exhibidas en un museo local para que todos pudieran disfrutar de ellas.

La fama de Sarely como la niña más bondadosa y valiente se extendió por todo el pueblo y más allá.

Recibió premios por sus acciones altruistas e incluso fue invitada al castillo real para ser reconocida por el rey y la reina. "Sarely, gracias por recordarnos que nunca es demasiado tarde para hacer el bien en este mundo. Eres un ejemplo para todos nosotros", dijo el rey con admiración.

Desde ese día en adelante, Sarely siguió dedicando su vida a ayudar a los demás y nunca dejó de buscar nuevas maneras de hacer del mundo un lugar mejor. Y colorín colorado... esta historia ha terminado.

FIN.

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