Sarita y la misión por la naturaleza
Había una vez, en un lugar donde las nubes tocaban las montañas, una angelito llamado Sarita. Ella era muy curiosa y siempre estaba rodeada de flores y árboles frondosos. Su mejor amiga y hermanita, Victoria, la acompañaba en sus aventuras. Ambas compartían un amor inmenso por la naturaleza.
Un día, mientras volaban juntas, Sarita notó algo extraño. Los suelos que antes eran verdes y llenos de vida ahora lucían marrones y secos. Los arbolitos estaban tristes y los pajaritos, que solían llenar el aire con sus cantos, ya no estaban.
"Victoria, mira cómo han cambiado estas tierras. ¡Es como si la naturaleza estuviera llorando!" - exclamó Sarita, aterrizando suavemente sobre un pedazo de suelo agrietado.
"Es una tristeza, Sarita. Pero, ¿qué podemos hacer para ayudar?" - respondió Victoria.
Sarita reflexionó por un momento y luego dijo:
"¡Tengamos una misión! Antes de regresar al cielo, debemos hacer algo por este lugar. Plantaremos cambios para que la naturaleza vuelva a florecer."
Victoria sonrió con entusiasmo y juntas comenzaron a planear. Primero, decidieron visitar el bosque para hablar con las criaturas que allí habitaban.
Al día siguiente, al amanecer, se dirigieron al bosque.
"¡Hola, amigos del bosque!" - llamó Sarita con su dulce voz. "¡Necesitamos su ayuda!"
Un conejo, un zorrillito y una tortuga se acercaron curiosos.
"¿Qué les sucede, pequeñas?" - preguntó el conejo.
"Los suelos están degradados y el agua se agota. ¡Los pajaritos se están yendo! Necesitamos plantarnos juntos y hacer algo para cambiar esto" - explicó Victoria.
"¿Y qué planean hacer?" - inquirió la tortuga, moviendo lentamente su cabeza.
Sarita, llena de determinación, dijo:
"Queremos plantar semillas por todas partes y cuidar de nuestras plantas para que crezcan fuertes. Pero necesitamos que todos nos unamos en esta misión."
Los animales se miraron entre sí y el zorrillito saltó para hablar.
"¡Contad conmigo! Juntos seremos más fuertes. Yo canteé a los pajaritos y los invitaré a volver."
La tortuga añadió:
"Y yo puedo enseñarles a cuidar el agua. No podemos desperdiciarla. A cada gota hay que cuidarla, como cuida nuestra casa.",
Y así, todos se pusieron a trabajar. Sarita, Victoria, el conejo, el zorrillito y la tortuga formaron un equipo. Juntos comenzaron a sembrar semillas en los suelos áridos, y regaban las pequeñas plantas con el agua que conseguían de los arroyos cercanos, cuidando de no desperdiciar ni una sola gota.
Pasaron las semanas y, poco a poco, la naturaleza empezó a responder. Las semillas brotaron, las flores comenzaron a florecer y los pájaros se dejaron escuchar otra vez en el aire.
"¡Miren, Victoria! ¡Nuestra misión está funcionando!" - gritó Sarita emocionada.
"¡Esto es increíble! ¡Gracias a todos los que nos ayudaron!" - respondió su hermanita.
Pero, un día, un fuerte viento azotó el bosque. Las pequeñas plantas temblaban y algunas amenazaban con caer.
"¡Oh no, esto no puede estar pasando!" - dijo Sarita.
Victoria miró al cielo y dijo:
"¡No podemos rendirnos! Debemos proteger nuestras plantas. ¿Quién se anima a ayudar?"
Los animales se ofrecieron de inmediato.
"Yo seré su guardián mientras crezcan más fuertes" - dijo la tortuga.
"Y yo saltaré entre las plantas para protegerlas del viento. ¡No se irán!" - agregó el zorrillito.
Así, trabajaron en equipo aprovechando la fuerza de cada uno. Juntos lograron proteger aquellas pequeñas plantas que tanto habían cuidado.
Cuando el viento cesó, el sol volvió a brillar. La misión de Sarita y Victoria no sólo estaba dando frutos, estaba uniendo a todos los seres del bosque.
Finalmente, llegó el día en que Sarita y Victoria debían regresar al cielo. Pero antes de marchar, miraron a su alrededor y vieron un bosque vibrante lleno de vida y colores.
"¡Lo logramos, hermana!" - dijo Sarita con una sonrisa.
"Sí, y siempre recordaremos nuestra misión en la tierra.¡Nada se compara a ver la naturaleza renacer!" - respondió Victoria.
Antes de irse, un grupo de pájaros llegó a posarse en una rama cercana.
"Gracias por todo lo que hicieron. Volveremos y cantaremos para ustedes cada vez que podamos estar aquí" - trinaron los pájaros.
Y así, con corazones llenos de alegría y un mensaje eterno sobre la importancia de cuidar la naturaleza, Sarita y Victoria regresaron al cielo. Pero sabían que siempre estarían con el bosque, en cada soplo de viento y en cada canto de los pájaros.
Y desde entonces, cada vez que ves un árbol que crece orgulloso o escuchas el canto de un pajarito, recuerda la historia de Sarita y su hermanita Victoria, que decidieron plantar cambios por un mundo mejor.
FIN.