Sasha y el miedo de Martina



Había una vez una mascota muy especial llamada Sasha, a quien le encantaba acompañar a su ama todos los días a la escuela.

Su ama era la profesora de los niños de preescolar y cada año Sasha asistía para compartir con los pequeños, enseñándoles la importancia de amar a las mascotas y cuidarlas. Los niños esperaban con ansias la llegada de Sasha, ya que era muy cariñosa y juguetona.

Siempre estaba dispuesta a recibir mimos y jugar con ellos en el patio durante el recreo. Todos la adoraban, excepto una niña llamada Martina, quien sentía un poco de miedo hacia los perros.

El primer día del nuevo año escolar, cuando Sasha entró al salón junto a su ama, Martina se escondió detrás de su pupitre y miraba a Sasha con temor. Los demás niños notaron cómo Martina se alejaba y susurraban entre ellos preocupados.

Sasha, al ver la reacción de Martina, decidió acercarse lentamente moviendo su cola en señal de amistad. La niña retrocedió un poco al principio, pero luego observó cómo Sasha le ofrecía su pata para saludarla. "Hola Martina, ¿quieres ser mi amiga?" -dijo Sasha con voz tierna.

Martina sintió que el corazón se le llenaba de valentía al escuchar las palabras de Sasha y decidió estirar su mano para acariciarla tímidamente. Para sorpresa de todos, incluida ella misma, sintió lo suave y cálido del pelaje de Sasha bajo sus dedos.

"¡Es tan suave!" -exclamó Martina con emoción mientras una sonrisa asomaba en su rostro. Los demás niños aplaudieron emocionados al ver cómo Martina vencía su miedo gracias a la amabilidad y paciencia de Sasha.

Desde ese día, Martina se convirtió en la mejor amiga de Sasha en el colegio. Juntas compartían momentos divertidos en el patio y aprendían cosas nuevas juntas.

Con el tiempo, Martina entendió por qué tantas personas amaban tener mascotas como Sasha: les brindan compañía incondicional, amor sincero y enseñanzas valiosas sobre responsabilidad y cuidado animal. Al final del año escolar, durante la despedida antes de las vacaciones, Martina abrazó fuertemente a Sasha mientras lágrimas brotaban de sus ojos.

"Gracias por enseñarme que no hay nada que temer cuando hay amor", le susurró al oído antes de separarse. Sasha movió felizmente su cola despidiéndose hasta el próximo ciclo escolar.

Y así continuaron siendo inseparables compañeras; demostrando que incluso los miedos más profundos pueden ser superados con amor y comprensión.

FIN.

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